Lugar:
Fuente:
Agencias

La siesta forma parte de un ritmo natural del organismo, que cada 90 minutos aumenta la secreción de neurotransmisores que inducen el sueño.

Además del ritmo circadiano de sueño y vigilia cada 24 horas, relacionado con la luz solar, existe también un ritmo biológico por el que cada 90 minutos el cuerpo aumenta la secreción de hormonas y neurotransmisores que inducen el sueño.

Esto explica la sensación de que el sueño llegue por oleadas.

«Coger la ola»

El arte de la siesta consiste, según el Dr. Pablo Saz, en saber «coger la ola» y seguirla, como en una tabla de surf. Se nota que llega la ola cuando disminuyen los reflejos y entra el sopor.

Es el momento de dejarse llevar por el instinto, aceptar la invitación que lanza el cuerpo y abandonarse al sueño.

En vacaciones o aprovechando la jornada intensiva que permiten algunos trabajos, se puede disfrutar del placer de descansar y dormir, en vez de recurrir a estimulantes como el café para mantenerse despierto.

La naturaleza avisa de cuándo es necesario dormir y cuándo estar despierto. Respetar y redescubrir su sabiduría es encontrar un camino hacia la armonía.

Un pequeño sueño a mitad del día hace que se goce de mayor vitalidad y que se necesiten menos horas de sueño por la noche.

Menos de media hora

La ola de sueño dura unos 90 minutos, pero para beneficiarse de la siesta bastan entre 5 y 20 minutos.

Tiempo para uno mismo

Aunque no se llegue a dormir, se puede utilizar el tiempo de la siesta para practicar un poco de silencio y recogimiento que facilitan entrar en contacto con uno mismo. Realizar un alto en el camino permite tomar conciencia de quién se es y qué importa en la vida.

Momentos idóneos

Se recomienda practicarla en momentos de confusión, ya que ayuda a aclarar las ideas. También si se está cansado tras horas de conducción, o antes de una cita o un examen.