Obras maestras del arte por un lado, aerobistas sudorosos por el otro. Las enormes salas del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York albergan desde hace unos meses animadas sesiones matutinas de gimnasia en medio de obras maestras del arte universal.
Durante sesiones de 45 minutos, personas vestidas con ropa de ejercicio trota a través de 35 salones con pinturas, esculturas, armaduras y otros tesoros antes de que la venerable institución de la Quinta Avenida abra sus puertas al público.
En una mañana reciente, la nieve de la noche anterior no disuadió a ninguna de las 15 personas que se habían anotado para el curso.
Empezó con calentamiento: estiramiento de las pantorrillas en la gran escalinata de piedra caliza, seguido de un trote lento al son de “Stayin’ Alive” de los Bee Gees. A esto siguió una carrera a través de las galerías y la escalinata del siglo XIX de la vieja Bolsa de Valores de Chicago.
Hubo sentadillas delante del “Retrato de Madame X” de John Singer Sargent, ejercicios de equilibrio sobre una pierna frente a la armadura rígida de Enrique VIII, un poco de yoga frente a la escultura romana de la Diana Cazadora y varios saltos, todo acompañado por música disco y motown.
¿Cuál es el sentido de viajar hasta un museo en Manhattan —algunos llegaron de Pensilvania, Kentucky e incluso California— solo para hacer ejercicios?
“Esto ofrece momentos asombrosos”, dijo el participante Oliver Ryan, que dirige una empresa de bienestar empresario. “Realizamos los primeros estiramientos y ahí en la gran galería estaba Perseo con la cabeza de la Medusa”