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A Farhad Nouri se le conoce como el «Pequeño Picasso» en este campamento de refugiados.

Este niño afgano de 10 años, que está varado en Serbia con sus padres y dos hermanos menores, se ganó ese apodo por dos razones: sabe dibujar y venera a Pablo Picasso.

«Un día haré un dibujo de Picasso también», asegura Nouri con una amplia sonrisa.

Por ahora, Nouri ha hecho dibujos de la canciller alemana Angela Merkel, de la actriz Angelina Jolie, de Salvador Dalí y del tenista serbio Novak Djokovic, entre otros.

Su talento lo ha convertido en una celebridad local. Hace poco conoció al actor estadounidense Mady Patinkin, quien trabaja con refugiados para el International Rescue Committee y ha exhortado al presidente estadounidense Donald Trump a que sea más comprensivo con los desplazados de zonas en conflicto.

A Nouri le gusta hacer retratos de sus parientes y de sus amigos, dibujar castillos, la naturaleza y cualquier cosa que le venga en mente. La pintura, dice, lo ha ayudado a sobrevivir las penurias vividas al escapar de su país.

«Pasamos por Turquía, por Grecia», cuanta el muchacho. «Aquí en el campamento me gusta pintar, me gusta expresar mis sentimientos y dibujar caras».

La familia de Nouri es parte de varios miles de migrantes que están varados en Serbia, tratando de llegar a Europa occidental en momentos en que los países restringen mucho el ingreso de migrantes y aumenta el rechazo a la inmigración.

La semana pasada, la vecina Hungría endureció los requisitos del asilo, disponiendo incluso que los migrantes sean alojados en contenedores de carga en la frontera.

Nouri dijo que a su familia le gustaría ir a Suiza o a Estados Unidos. A medida que pasa el tiempo, se va olvidando de su vida en Afganistán, cuenta el niño.

«Me acuerdo de la puerta cuando nos íbamos, me acuerdo de ese día», señala. «Si me concentro mucho, recuerdo algunas cosas».

La casa temporal de los Nouri en Serbia, donde la familia ha solicitado asilo, es un cuarto estrecho y húmedo con catres, un armario y una pequeña mesa.

Es un edificio que alguna vez alojó a trabajadores y que sirvió como centro para refugiados durante las guerras de la antigua Yugoslavia en la década del 90.

Nouri dijo que juega con otros niños refugiados y asiste a clases de serbio. Generalmente dibuja de noche, en su cama, cuando no hay bulla afuera.

«Aprendo solo. A veces veo videos en YouTube y aprendo», indicó.

Nouri espera que su familia pueda iniciar una nueva vida en Suiza. Sueña con ser algún día pintor y fotógrafo. También quiere tocar guitarra.