1. Su ciudad natal hoy es rusa
Kant nació el 22 de abril de 1724 en Königsberg, la capital de la Prusia oriental, fundada por los caballeros teutónicos en el curso de las Cruzadas. Por eso, aparte de ser uno de los pensadores europeos más influyentes y uno de los grandes nombres de la filosofía universal, está considerado como un típico intelectual prusiano de la Ilustración, precursor del idealismo alemán. Tanta «germanidad» no impidió que Königsberg fuese conquistada por los soviéticos en 1945, en la II Guerra Mundial, y renombrada Kaliningrado. Y sigue perteneciendo a Rusia.
2. Se cambió el nombre
Pese a lo que pueda parecer por su nombre de pila –Immanuel–, no hay constancia de que Kant tuviera orígenes judíos. Cuarto de nueve hermanos, su padre, Johann Georg Kant, era un guarnicionero alemán de religión pietista (una rama del luteranismo). Pero lo curioso es que fue bautizado como Emanuel y sería él mismo quien modificara la grafía de su apelativo, tras estudiar y aprender hebreo en su adolescencia. Ello no impidió que fuera muchas veces calificado de antisemita (y en general de antirreligioso) por las opiniones vertidas en sus textos.
3. Circularon muchos mitos sobre él
Casi siempre con una base verídica, pero notablemente exagerada. Por ejemplo, se dijo que pasó toda su vida en su ciudad natal y, aunque es cierto que nunca viajó más allá de 150 km de Königsberg, en su juventud fue profesor particular y preceptor en diversas localidades, como Arnsdorf. También se ha hablado de su carácter solitario, rutinario y metódico, hasta el punto de convertirse en una especie de señal horaria para sus vecinos por dar todos los días el mismo paseo a la misma hora de la tarde. Pero esto sucedió en su madurez; de joven frecuentó la vida social y tuvo numerosos amigos, si bien es cierto que jamás se casó.
4. Los recién casados llevan flores a su tumba
Kant murió el 12 de febrero de 1804 –según parece, murmurando la palabra «genug» (bastante, suficiente)–. En un principio fue enterrado en el interior de la catedral de Königsberg, pero más tarde se le erigió un mausoleo con una capilla al lado de la catedral. Esta capilla sería destruida por las bombas rusas en la II Guerra Mundial. Sin embargo, los soviéticos mantuvieron el mausoleo una vez conquistada la ciudad: fue uno de los pocos monumentos alemanes que siguieron en pie, y siguen. Y con el tiempo surgió la tradición de que los recién casados depositasen flores al pie de la tumba de Kant.