En septiembre de 1519 zarpó de Sanlúcar de Barrameda una expedición al mando del portugués Fernando de Magallanes, al servicio de España, con el objetivo de llegar a Asia sin circunvalar África y encontrar un paso a través de América. Partió con cinco naves y 234 hombres a bordo. Tras cuatro meses de navegación, llegaron a las costas brasileñas y fueron descendiendo y tratando de encontrar un canal de acceso al Pacífico. Tardaron un año en lograrlo y lo hicieron a través del estrecho que lleva el nombre de Magallanes, en la Patagonia. En marzo de 1521 llegaron a las Filipinas, pero al mes siguiente, el jefe de la expedición murió en una refriega con los indígenas. Con cada vez menos hombres y naves, prosiguieron su periplo hasta llegar a las Molucas. Por entonces ya había quedado como jefe de la expedición uno de los pocos capitanes supervivientes, Juan Sebastián Elcano. Tras enfilar hacia Patagonia, remontó la costa sur de África y consiguió llegar a Sanlúcar en septiembre de 1522, tres años después de la partida.
Costó muchas vidas
Solamente una nave, la Victoria, logró regresar, y con ella tan sólo 18 hombres, a los que poco después se unieron 12 marineros que habían sido apresados por los portugueses en Cabo Verde y, tres años más tarde, cuatro más: en total, 34 supervivientes. El resto, 200 hombres, había sucumbido a consecuencia del hambre, las enfermedades, los motines y los enfrentamientos con los indígenas. Tal había sido el precio a pagar en la primera vuelta al mundo, que sirvió para demostrar que, efectivamente, la Tierra era redonda.