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Nacida en la ciudad argentina de La Rioja en 1931, María Estela Martínez de Perón se formó como bailarina con el nombre artístico de «Isabel Gómez».

En 1955, en el night club ‘Happy Land’ de Panamá, a María Estela Martínez Cartas conoció al expresidentes argentino Juan Domingo Perón exiliado en ese país.

Comenzó siendo su secretaria y partió con él a España, donde fijaron su residencia y se casaron en 1961. Isabel se convirtió en la tercera y última esposa de Perón.

Desde ese momento Isabelita se convirtió en su compañera durante el largo destierro político que terminaría con el regreso a Buenos Aires en 1973.

En agosto de ese año, el Congreso del Partido Justicialista escogió a Isabel como candidata a la vicepresidencia para acompañar al viejo caudillo. De esta manera se cumpliría el sueño inconcluso de Evita en 1951.

La fórmula “Perón-Perón” obtuvo la victoria con el 61,8% de los votos. A la muerte de Perón, el 1 de julio de 1974, ella asumió la jefatura del Estado y se convirtió, no sólo en la primera mujer en alcanzar el máximo destino en América, sino también en la primera en presidir una República en el mundo.

Le tocaba una etapa particularmente compleja. El movimiento peronista era un mosaico de tendencias irreconciliables, soldadas por el magnetismo de su líder máximo.

Los grupos de izquierda encabezados por ‘Los Montoneros’ proseguían en la lucha armada, enfrentados a la derecha sindical, y a grupos representados por el ministro José López Rega, a quien se le atribuía el manejo del poder y la paternidad de la ultraderechista ‘Triple A’.

Tendría que sortear Isabel también la histórica conjura militar contra el movimiento peronista.

El cuadro político conducía inevitablemente al golpe militar y éste se materializó en marzo de 1976, dando paso a una sucesión de regímenes militaristas, caracterizados por la violación de los derechos humanos. Durante los cinco años siguientes Isabel conocería la prisión y el exilio.

Una vez liberada, en julio de 1981, fijó su residencia en Madrid y abandonó en forma casi total la actividad política, aunque regresó ocasionalmente a la Argentina.

En 2008, la Audiencia Nacional española consideró que los supuestos crímenes atribuidos a la ex jefa de Estado están prescritos pues no son de lesa humanidad y en consecuencia la justicia de España rechazó el pedido de extradición solicitado por la justicia argentina en 2007.