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Lo primero que hace siempre es afilar sus herramientas y el sonido de metal contra metal retumba en el taller de su casa. Fabricar violines es una actividad metódica, un arte. Para Sonja St. John, esa rutina es también una necesidad y, en muchos sentidos, una salvación.

 

“Es una forma de mantener el rumbo cuando alrededor tuyo reina el caos”, comenta. Termina cada violín con otro ritual, pegando adentro un pequeño mensaje escrito a mano. Empezó a hacerlo como un gesto simpático, con mensajes de galletitas de la fortuna que eran una especie de sello distintivo. Pero ahora esos mensajes tienen un significado mucho más personal y significativo.

Cada uno es diferente, pero casi siempre son un tributo a las personas que dieron su vida de alguna manera, incluidos miembros de las fuerzas armadas. El más reciente dice: “En homenaje a las almas llenas de coraje y sabiduría del pasado, el presente y el futuro”.

La persona en que más piensa cuando escribe esos mensajes es su hermano, Jon St. John, un soldado del ejército que murió hace una década al estallar una bomba junto al vehículo militar en que viajaba en Irak.

Jon, el único hermano de Sonja, tenía 25 años. Ella 22 y empezaba su carrera tras completar estudios en la Chicago School of Violin Making. Recuerda vívidamente el momento en que, estando en la cocina de su casa, recibió la llamada telefónica en la que sus padres le dieron la mala noticia.

Era su único hermano, el mayor, su protector y con quien iba a pescar, alto, decidido y al mismo tiempo generoso en formas inesperadas. Su foto favorita de los dos juntos fue tomada en uno de sus recitales de violín en el 2002. Él acababa de llegar de la universidad. Lucía el que probablemente era su mejor suéter y le llevaba un ramo de flores.

“Fue un buen amigo para tener alrededor”, expresó, y la música siempre los había unido. Él le hablaba de sus grupos de rock favoritos y ella lo hacía escuchar piezas de jazz con violín.

Después de su muerte, Sonja dejó de tocar el violín, abrumada por el dolor. Se casó en el 2008 y se divorció siete años después. Regresó a su pueblo natal, Neenah, en Wisconsin, para estar cerca de sus padres, y trató de atenuar el dolor con el alcohol. Más de una vez se internó en centros de rehabilitación.

Sonja St. John abraza a Jason Moon, un veterano de guerra que la ayudó a superar el dolor causado por la muerte de su hermano. Foto: AP.

“Estuve muy enferma durante mucho tiempo”, afirma. Su abuela falleció de problemas cardíacos poco después que Jon, pero Sonja pensó que, en realidad, murió por el dolor causado por el deceso de su hermano. La verdad era que su corazón también había estado destrozado por años.

El año pasado recibió una carta de Jason Moon, un músico y veterano de la guerra de Irak, a quien había conocido de adolescente, cuando tocaron música juntos. Moon había tenido sus problemas tras volver de Irak y no había ofrecido demasiado apoyo cuando falleció Jon, según le contó. Pero las cosas habían cambiado en los últimos años.

Ahora dirigía una organización sin fines de lucro para veteranos de guerra, Warrios Songs, y le preguntó a Sonja si estaría interesada en aportar una canción para el segundo álbum del grupo. El disco abordaría historias de mujeres en combate y de madres, esposas y hermanas que perdieron un ser querido en la guerra.

Los CDs de Warrior Songs son distribuidos gratuitamente entre los veteranos y el objetivo es que los ayuden a sobrellevar sus traumas. Al honrar a Jon y contar su propia historia, Sonja, quien hoy tiene 33 años, vio la oportunidad de dar vuelta la página y mantenerse sobria.

“Me desperté al darme cuenta de que mi hermano estuvo dispuesto a morir por mí y por nuestro país”, expresó. “Es mejor estar dispuesta a vivir y a aprovechar lo que tengo”.

Aceptó tocar el violín para una canción y empezó a practicar de nuevo. También decidió construirse un nuevo violín, un trabajo que había dejado de lado para dedicarse a reparar instrumentos. Moon grabó una entrevista con Sonya y ella le dio algunos pasajes de su diario. Él le pasó ese material al compositor Kevin Welsh, que escribió la canción titulada “Star in the Dark” (Estrella en la oscuridad).

“Hermano, ¿adónde te fuiste?”, empieza la canción. “Hace mucho que no vienes a casa”. “Dicen que eres una ‘baja’” (casualty, en inglés). “No me parece que sea casualidad”.

Este mes Sonja grabó el acompañamiento en violín en un estudio de las afueras de Milwakee. Sus padres, Kay y Jon Sr., estuvieron presentes. Recordaron al hijo que en el 2005 se presentó con folletos del Ejército y les dijo que se iba en 36 horas para recibir el entrenamiento básico en Fort Hood, Texas.

“¿Sabes que hay una guerra?”, le dijo su madre. “Sí, lo sé”, respondió con firmeza el hijo.

“¿Quién se puede imaginar qué tipo de cicatrización va a generar este proceso”, expresó Moon al comentar la decisión de Sonja de escribir un tema.

Sonja se veía nerviosa. Nunca había grabado en un estudio y se sentía fuera de forma. Llevó consigo fotos de Jon e hizo un solo de violín que, igual que la canción, transmitía otro mensaje, mucho más público que los carteles que esconde en violines, que tal vez nunca sean vistos.

Cuando terminó, el ingeniero de sonidos Jonathon Leubner le sonrió y le dijo “fue hermoso”. “Agradezcámosle a mi hermano”, le respondió ella.