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Excélsior

La música forma parte fundamental de nuestra esencia como mexicanos, escuchar una guitarra o una trompeta con notas de canciones mexicanas nos transporta de manera inmediata a nuestro país.

Existen frases como las de ‘Cielito Lindo’ que rápidamente nos identifican como mexicanos, pero, existe una canción que, con escuchar las primeras notas, aviva nuestras más profundas raíces: El Huapango de Moncayo.

El Huapango, conocido también como ‘El Segundo Himno de México’, es una de las composiciones mexicanas más conocidas a nivel mundial, y por supuesto una de las más representativas de nuestra cultura.

La obra se estrenó el 15 de agosto de 1941 en el teatro del Palacio de Bellas Artes, donde por primera vez la Orquesta Sinfónica de México -dirigida por Carlos Chávez- entonó la magnífica composición de José Pablo Moncayo.

El compositor jalisciense nació el 29 de junio de 1912, fue pianista, percusionista y director de orquesta. Es considerado uno de los músicos mexicanos más importantes junto a Silvestre Revueltas y Carlos Chávez.

Para componer el Huapango, Moncayo viajó por el estado de Veracruz, donde se inspiró en los ritmos del ‘El Siqusiri’, ‘El Balajú’ y ‘El Cavilancito’.

El tono alegre y festivo del Huapango refleja lo mejor de nuestra tierra y cultura, que Moncayo logró reflejar gracias a su amor por la naturaleza y el campo, impregnando sus diferentes texturas y olores en la música.

El Huapango se ha utilizado en varias ocasiones para promocionar México, productos mexicanos o industrias, convirtiéndose en un signo de identidad nacional.

Hoy 16 de junio, a 59 años de la muerte de José Pablo Moncayo, celebramos una de sus mejores obras, cuya tonada nos acompaña en cualquier lugar que nos encontremos, para recordarnos la belleza de nuestro país y sus tradiciones.