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EFE

Las semillas de la Revolución Mexicana se plantaron en El Paso (Texas), una historia desconocida de la que quedan vestigios que ahora corren peligro, según el historiador y ensayista estadounidense de origen mexicano David Dorado Romo.

El autor asegura que a diferencia de otras revoluciones que se gestaron en las ciudades centrales de los países, tales como la francesa o la rusa, la de México estalló entre la periferia y el vecino país, Estados Unidos.

“El llamado de las armas de (Francisco I.) Madero lo hizo cuando él estaba en San Antonio (Texas). En ningún lado tuvo éxito; en Coahuila parece que nada más unas 10 personas respondieron al llamado, pero donde sí tuvo mucho éxito fue en Chihuahua, y especialmente en la zona de Juárez y El Paso”, dijo.

El doctor en Historia de la Frontera Norte por la Universidad de Texas recién publicó la versión en español del libro Historias desconocidas de la Revolución Mexicana en El Paso y Ciudad Juárez, bajo el sello de Ediciones Era.

El libro ha causado controversia en la capital de México porque desafía la narrativa centralista al destacar que la Revolución Mexicana comenzó en estas dos ciudades fronterizas y no en el Zócalo de la Ciudad de México.

Para el historiador, hijo de emigrantes mexicanos nacido en San José (California) en 1961, El Paso fue clave durante la primera revolución que hubo en el siglo XX en el mundo.

En su investigación, encontró que desde finales del siglo XIX en la ciudad texana había activismo secreto y movimientos subversivos y revolucionarios que plantarían la semilla de la Revolución Mexicana.

“En toda esta calle vas a encontrar rasgos de la revolución mexicana, y esos rasgos comienzan desde 1896 aquí en El Paso, cuando (la revolucionaria) Teresa Urrea vivió en la calle Cuarta y Oregon”, aseguró el historiador en un recorrido por la ciudad, algunos de cuyos sitios históricos corren ahora peligro de desaparecer.

Exiliado en El Paso, Mariano Azuela escribió la novela revolucionaria “Los de abajo”, en fascículos en 1915 en el periódico El Paso del Norte y en forma de libro en 1916, según el historiador.

En El Paso también se empezaron a editar los periódicos radicales que habían sido expulsados de México.

En la calle Oregon, “los Magonistas (seguidores de los hermanos Enrique y Ricardo Flores Magón) se estaban escondiendo, inclusive en Oregon y Overland, en 1906, arrestaron a una célula del liderazgo del Partido Liberal Mexicano”, dijo Dorado.

Durante 30 años cruciales de la vida de México, la región fue protagonista de episodios decisivos para la caída de la dictadura de Porfirio Díaz y los inicios de la revolución social, aseguró.

Para el historiador, se trata de una parte cultural subterránea porque se ignora de manera deliberada en bastantes aspectos.

El autor identificó dónde estaba la tienda La Popular, en la zona Centro, en la que “Pancho Villa compró 50 mil uniformes caqui”.

Las semillas de la Revolución Mexicana se plantaron en El Paso (Texas), una historia desconocida de la que quedan vestigios que ahora corren peligro, según el historiador y ensayista estadounidense de origen mexicano David Dorado Romo. Foto: EFE/Alberto Ponce de León.

Esta frontera jugó un papel clave para los revolucionarios, “porque aquí tenían el espionaje, el complot, las oficinas de los periódicos radicales. Es donde se hacen millones de dólares de contrabando (de armas)”.

Dorado afirmó que un sector empresarial estadounidense apoyó a los maderistas porque tenía profundos intereses en el petróleo mexicano durante una etapa en la que el presidente Porfirio Díaz hacía alianzas comerciales con Europa.

Mencionó una reunión entre Gustavo Madero, hermano del que luego sería presidente, en el Centro de El Paso en abril de 1911, con representantes de la industria petrolera de Estados Unidos.

“Esta es una larga historia, de borrar la arquitectura, desmexicanizar el carácter urbano de esta comunidad”, agregó en referencia al proyecto de construir una arena deportiva en el viejo barrio (Duranguito) un lugar muy vinculado a la Revolución Mexicana, incluida la casa de adobe donde se refugió Pancho Villa en 1913.

“Si tumban estos lugares, la mitad de mi libro estaría destruido”, aseguró el historiador, quien ha liderado la defensa por conservar el barrio.