Este texto se publicó originalmente el 13 de noviembre de 2012; hoy que Cuevas ha partido, lo retomamos.
Semana con semana, confiesa José Luis Cuevas, ve cómo sus amigos parten. “No hay semana que no muera un gran amigo mío; Carlos Fuentes, por ejemplo, fue mi amigo desde que publicó su primer libro, desde entonces nos veíamos mucho, en París nos vimos mucho, nos veíamos en todos lados, una semana antes de su muerte estuvo en mi casa, se le veía sano”, recuerda.
Cuevas revela, sin embargo, que no acostumbra pensar en la muerte de los otros, tampoco en la muerte en sí misma. A sus 78 años siente cada vez más terror de su propia partida. “No pienso en la muerte, ni en la de otros, últimamente estoy entregado en pensar en mi propia muerte, ya no pienso en la muerte de los otros”, dice. ¿Y cómo lo enfrenta?, se le pregunta: “con terror, con mucho miedo, no quisiera que llegara, pero conforme va uno creciendo en edad, va uno acercándose a ese momento terrible en que deja uno de existir”.
Aquel jovencito que formó parte de la llamada Generación de Ruptura, que en donde se paraba generaba polémica y que nunca ocultó su egocentrismo, parece seguir alentando la vida del pintor y escultor. Aunque los años han pasado: ahora camina lento; su esposa Beatriz del Carmen se encarga de recordarle detalles en sus conversaciones; hoy Cuevas acepta incluso que ya no es tan agresivo. “Antes me peleaba con todo mundo”, dice.
El autor de La giganta está en esta ciudad. Ha llegado para inaugurar su exposición Sentir el arte en el Museo Iconográfico de El Quijote, que cumple 25 años. Su participación marca además el inicio del XXIII Coloquio Cervantino que se celebrará aquí hasta el 16 de noviembre. Su relación con el museo se remonta a los años en que lo impulsó el publicista Eulalio Ferrer (1921-2009).
Junto con Raúl Anguiano (1915-2006), los tres nacieron un 26 de febrero. Su relación fue tal que llegaron a autonombrarse “Los hermanos piscis”. Con motivo del aniversario de plata del Iconográfico, los tres han vuelto a reunirse: Ferrer a través del museo que legó al pueblo de México; Cuevas con su visita y la exposición que ha inaugurado, y Anguiano también con una muestra de sus dibujos dedicados al caballero de la triste figura.
Pero si las fuerzan han menguado en el artista, su talante creador no. De hecho niega el retiro: “Los pintores nunca nos retiramos, los que se retiran es porque descubren que habían equivocado la vocación, en mi caso espero morir pintando. Picasso murió a los 90 o 91 años y murió rodeado de los dibujos que estaba haciendo en la cama, estaba dibujando porque tenía una neumonía, pero no dejó de dibujar, muchos incluso no están firmados porque no llegó a pensarlo”.
Siempre polémico, Cuevas niega el arte contemporáneo y sigue siendo crítico de la llamada Escuela Mexicana de Pintura y de los tres grandes: Orozco, Siqueiros y Rivera. Niega incluso a Francisco Toledo y sigue pensando en primera persona:
¿Algún artista joven?, se le pregunta. “Ninguno, el último artista mexicano que me interesa soy yo”.
¿Y Francisco Toledo?, se le inquiere. “Toledo es una ciudad bellísima de España”. No, ¿Francisco Toledo?, se le insiste. “Ah, no, a ese no lo conozco, yo conozco a Toledo, España, nada más”.
De la nueva administración federal que entrará el 1 de diciembre próximo tampoco habla, sólo dice que poco le importa: “No sé porque aún no se dicen los nombres de aquellos que van a estar, pero espero que las cosas vayan bien, aunque en realidad yo nunca he necesitado del gobierno, nunca he tenido realmente apoyos del gobierno y así es mejor, entre más lejos esté uno del poder político es mejor”.
“El error de los artistas de la Escuela Mexicana de Pintura fue haber sido demasiado paternalistas. Fue una época bastante dura para el arte porque había mucha repetición y todos hacían lo mismo, la generación de los llamados tres grandes y después toda la generación que seguía haciendo lo mismo”, enfatiza. Por eso, considera, era necesaria la Ruptura, “porque había una repetición, una serie de soluciones que todos trabajaban en lo mismo”.
¿Y el arte contemporáneo? “No lo veo porque trato de no visitarlo, me parece una porquería; ahora se llaman los artistas contemporáneos porque no son artistas modernos sino contemporáneos, lo que vienen a hacer es algo que se hizo hace muchísimos años, que se hizo en la época del dadaísmo”.
¿Dónde y Cuándo?
La exposición de José Luis Cuevas Sentir el arte se presenta en el Museo Iconográfico del Quijote, junto a otra muestra de Raúl Anguiano. Manuel Doblado 2, Centro de Guanajuato.
Una Giganta sin permiso
La Giganta de José Luis Cuevas se encuentra en la ciudad de Guanajuato en desacato. De acuerdo con el director del Museo Iconográfico de El Quijote, Onofre Sánchez Menchero, la réplica de la famosa escultura del artista que se encuentra ubicada en pleno centro de la ciudad –entre el Templo de San Diego de Alcalá y el Teatro Juárez– no fue autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Argumentando que la obra de más de cinco metros de altura “rompe la línea visual y es agresiva a la plaza” principal de la ciudad considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1988, la delegación local del organismo prohibió su colocación, pero la dirección del museo decidió dejarla ahí.
“No entiendo de qué se trata, había que verlo y discutir si es cierto, yo creo que es una obra magnifica para estar ahí, no fue una ocurrencia, era una intuición de que sería magnífica, aparte es movible, se coloca ahí la obra y yo pensé estoy haciendo un desacato a una Ley Federal, pero no podía hacerme para atrás porque estaba la grúa y decidimos colocarla”, recordó.
Sánchez Menchero estimó que la prueba de que no fue una idea equivocada colocarla en el centro de la ciudad “es que hoy por hoy la mano derecha de La Giganta, en el dedo que sobresale, ya esta como dorado porque todo mundo llega y la acaricia, la saluda, ya es parte integral y creo que es una de las figuras más fotografiadas de la ciudad de Guanajuato”.