Una controvertida fórmula matemática que mide el costo-beneficio de salvar a diversas especies para decidir a cuáles darles prioridad ha abierto expectativas ante su aplicación en América, en medio de advertencias sobre una “sexta extinción masiva”.
“En conservación se necesita inteligencia. Ahora que las tasas de extinción son 100 veces mayores, la inversión no es suficiente y se debe priorizar”, dijo a Efe Hugh Possingham, científico jefe de la ONG “The Nature Conservancy” (TNC), al ser consultado por el “dilema moral” que puede generar ese elección.
El experto en ecología y matemáticas aplicadas afirmó que en la ecuación propuesta, aplicada ya en Nueva Zelanda y Australia, se tienen en cuenta el costo, el beneficio y la probabilidad de éxito de salvar una especie.
“Para cada especie se define el riesgo de que se extinga si no se hace nada, se concibe un proyecto para salvarla y su costo, además del beneficio, que es aumentar la probabilidad de que sobreviva, y luego se estima la posibilidad de éxito, eso es la costoefectividad”, detalló.
“Es como ir de compras. Vas al supermercado y ves las especies. El Gobierno tiene un presupuesto y con él buscas salvar cuantas especies puedas. Entonces, es bueno escoger las que tienen mayor probabilidad de sobrevivir, con los proyectos con mayor posibilidad de éxito y así se va a salvar la mayor cantidad”, asegura el ambientalista australiano.
Con esas comparaciones, sostiene Possingham, el resultado es una lista de especies en el orden en el que se debe invertir, en cuál primero y a cuál destinar mayor dinero.
El jefe científico de “The Nature Conservancy”, una de las ONG ambientalistas más grandes del mundo, mencionó que en Nueva Zelanda se tardaron dos años para lograr una lista de 700 especies e incluyeron otro factor: “el peso de la especie en el árbol de la vida”, es decir su antigüedad o peso evolutivo.
En Australia, donde se ejecutó en el estado de Nuevo Gales del Sur, el Gobierno, según el experto, destinó mil millones de dólares adicionales al notar que “el dinero se gastaba de forma eficiente”.
“Así volvemos al asunto del supermercado, si le das 200 dólares a tu pareja esperas que vuelva con productos buenos y con la mayor cantidad, que le rinda el dinero, eso es lo que hacemos”, advirtió.
Los científicos han alertado del impacto de la llamada “sexta extinción masiva”, en la que la población de más del 30 por ciento de las especies de animales vertebrados está disminuyendo.
“La Tierra está experimentado un gran episodio de disminución y extirpación de poblaciones, lo que tendrá sucesivas consecuencias negativas en el ecosistema”, advirtió un estudio publicado este mes en la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences”.
Se prevé que la ecuación se implemente pronto en América, donde el Servicio de Pesca y Vida Salvaje estadounidense está analizando su uso para optimizar los esfuerzos de conservación después que el Gobierno de Donald Trump anunciara miles de millones en recortes al presupuesto de protección medioambiental.
Organismos como el Consejo de Defensa de Recursos Naturales ya han expresado su rechazo a ese tipo proyectos al considerar que ponen “literalmente un precio a la conservación de las especies al permitir que el costo sea un factor determinante para decidir si las especies más amenazadas merecen protección”.
De acuerdo con Thomas Walschburger, coordinador en Ciencia de TNC Colombia, el modelo se puede aplicar también en América Latina, sobre todo para mostrar el impacto económico de la conservación.
Parte de ese impacto está en el ecoturismo. “Un turista puede gastar hasta unos 500 dólares diarios en Colombia para observar aves, pero para eso hay que conservarlas”, manifestó Walschburger a Efe.
Possingham recuerda que la matemática ya mostró su efecto positivo al ayudar a definir áreas protegidas en zonas con actividades productivas en 150 países en los últimos 15 años.
“Con una herramienta definimos una cuadrícula dividida en unos y ceros, donde se representan las áreas a proteger y los lugares de actividad económica para que convivan en armonía”, explicó.
El mayor ejemplo de esta aplicación es la Gran Barrera de Coral en Australia, donde la herramienta, llamada Marxan, permitió expandir de 5 % a 35 % las áreas protegidas, conservando especies y mejorando la pesca. “Así la conservación apuesta por soluciones gana-gana”, agregó el científico.
Possingham está en Colombia para participar en el Congreso Internacional de Biología de la Conservación, que se celebra esta semana y se centrará en la importancia de la ciencia para la biodiversidad.