La personalidad de los gatos es sin dudas muy particular. Pese a que son mascotas que a veces demuestran su amor incondicional para con los humanos, su indiferencia y frialdad son dos características que mantienen enamorados a quienes los consideran los animales ideales para la convivencia.
Pero estas características particulares pueden tener una explicación ancestral. Un estudio de la revista Nature planteó la posibilidad de que fueran los egipcios los que modificaron la conducta de los gatos hasta convertirlos en animales domésticos.
La domesticación de los gatos tiene sus raíces en el Oriente Próximo y en Egipto y, tal como ocurrió con los perros, se debió a la aparición de almacenes que atraían a ratones, un camino a una alimentación eficaz para esta especie, que hasta ese momento era meramente salvaje.
El estudio centró sus bases en el análisis de ADN de restos geográficos del gato arqueológico encontrado en el 2004 en Chipre enterrado junto a un ser humano 9 mil 500 años antes de Cristo. Este análisis permitió analizar que las poblaciones de Felis silvestris lybica del Próximo Oriente y de Egipto contribuyeron al origen genético del gato doméstico en diversos tiempos históricos.
“Mientras que la conquista mundial del gato comenzó durante el período neolítico en el Cercano Oriente, su dispersión ganó impulso durante el período clásico, cuando el gato egipcio exitosamente se extendió por todo el Viejo Mundo. Los patrones y rangos de expansión sugieren la dispersión a lo largo de las rutas marítimas y terrestres humanas de comercio y conectividad”, aseguró en su estudio Claudio Ottoni, especialista del departamento de Imagenología y Patología del Centro de Ciencias Arqueológicas de la Universidad de Leuven.
Otro estudio sugirió que los gatos domésticos actuales descienden de los gatos salvajes africanos y que existen dos centros de domesticación incipientes a esta especie: el primero vinculado al Oriente Próximo o Antiguo, hace unos 10 mil años y otro posterior vinculado a la cultura egipcia.
Lo interesante de esta revelación es la mutación del pelaje felino en lo que denominan el segundo linaje de los gatos. Luego de un exhaustivo análisis de ADN de 200 momias felinas egipcias, se confirmó que por aquel entonces predominaban los gatos atigrados con bandas en su pelaje. El patrón de manchas en los gatos domésticos no se hizo habitual hasta la Edad Media, tras aparecer en el siglo XIV en Turquía occidental.
“Aquí, mostramos que los linajes mitocondriales correspondientes a estos dos supuestos centros de domesticación contribuyeron en diferentes momentos al grupo de genes de los gatos domésticos modernos. Deducimos esto estableciendo la filogeografía ancestral de los gatos salvajes en el Viejo Mundo y observando su reconfiguración a través del tiempo, lo que revela la propagación de los gatos a través de la agencia humana siguiendo rutas terrestres y marítimas antiguas”, aseguró Ottoni.
Sin dudas, para la ciencia la iconografía egipcia constituye una fuente inagotable de información relacionada con la genética y personalidad felina. Especialistas aseguraron que parte de la personalidad que hoy presentan en los hogares proviene de estos primeros linajes antiguos, pero también con el correr de los años sus características cambiaron, adecuándose según sus propias necesidades y vínculos para con los humanos. Sin dudas, se trata de una relación en la cual tanto gatos como hombres aprovecharon las necesidades mutuas para hoy convertirse en quizás el segundo mejor amigo del hombre.
“La historia egipcia faraónica constituye una fuente clave de información sobre la relación de la especie con los seres humanos y ha motivado la creencia tradicional de que la domesticación del gato tuvo lugar en Egipto. Numerosas representaciones del arte egipcio a partir del segundo milenio a.C. documentan un endurecimiento progresivo de la relación entre el ser humano y el gato”, concluyó el especialista Ottoni.