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Excélsior

Durante dos décadas, Yoshua Okón (Ciudad de México, 1970) ha construido representaciones sociales que navegan entre la ficción y la realidad. Video-instalaciones con elementos documentales en la misma medida que simbólicos, los cuales operan de manera simultánea. Así, el artista coloca al espectador en un espacio de cuestionamiento, y estimula –objetivo a priori– el pensamiento crítico de quien mira una filmación que sobrepasa la realidad, pero deja la duda de si lo es o no.

Lo hizo en proyectos tempranos como Chocorrol  (1997), que refiere al tema racial y al colonialismo en México, o en Risas enlatadas (2009) donde alude a los procesos de mecanización y esclavitud en la globalización, y más reciente en Freedom Fries: Naturaleza Muerta (2014) donde cuestiona la libertad del hombre en la era del consumo capitalista. Estos, y el resto de su obra, son ejercicios que parecieran establecerse en la ficción, pero se fundamentan en la realidad.

En términos generales, mi obra asume que los humanos operamos en base a nociones de la realidad heredadas. Es decir, operamos en base a convenciones por lo que la mayoría del tiempo las ideas que tenemos de la realidad no han sido formuladas por nosotros mismos. Uno de los objetivos principales de mi práctica artística es precisamente estimular el pensamiento crítico. A través de imágenes y de representaciones performáticas, intento que quien esté confrontando a mi obra, incluyéndome a mí mismo, formule sus propias interpretaciones de la realidad”.

Así describe el fundador de La Panadería en los 90 y de la escuela SOMA en 2009 el cuerpo de obra que ha realizado en 20 años, y que ahora revisa en Yoshua Okón. Colateral, su primera exhibición retrospectiva en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC). A cargo del curador John C. Welchman, la muestra hace una lectura de las acciones en que el artista crea un entorno caótico para repensar, a veces desde la sátira o la parodia, condiciones sociopolíticas históricas: migración, racismo, esclavitud, globalización, consumismo, poder, libertad, y más.

En el fondo, mi interés está en hablar sobre la cultura dominante. Es decir, sobre el mainstream, sobre aquello que todos tenemos en común. Esto por lo general lo abordo a través de casos específicos, a través de casos que involucran a comunidades o grupos específicos. Así es que trabajo de lo muy particular para llegar a lo muy general, a lo estructural”, apunta en entrevista quien inaugurará la exposición el 7 de octubre, la cual permanecerá hasta febrero de 2018.

Si bien es una mirada al pasado, la curaduría no sigue un eje temporal ni temático. Se plantea como un circuito en el que se correlacionan los proyectos. Ello evidencia cómo se ha construido el discurso estético de Okón que reflexiona sobre un sistema global, y no personal. Por ejemplo se confrontan Bocanegra(2007) con “Chocorrol (1997), Indian Project y Walmart Shoppers ambas del 2015.  Lo mismo se da cuenta de la presencia latina en Estados Unidos con Octopus(2011), o de la situación en Israel con la pieza Gaza Stripper (2006)

 

El artista refiere que las obras coinciden en subrayar “las interconexiones y las  interdependencias” de los ecosistemas sociales a nivel global. Y tal vez por ello en la muestra hay un énfasis en proyectos que reflejan situaciones internacionales y sus daños colaterales.

Los proyectos donde es más evidente esta correlación son Presenta (1998), un video donde desfilan una serie de logos de las instituciones y compañías más conocidas de México, y Flagging (2017), serie de 16 banderas compuestas a base de las colisiones de identidad. “Creo que ahora en el contexto del temblor, el significado de Presenta es especialmente claro. Nos dimos cuenta, una vez más, que estamos solos y que como siempre las instituciones que nos tendrían que proteger están ausentes. No solo eso, sino que cada vez sale a la luz el hecho de que muchos de los muertos son responsabilidad de la corrupción.

Para Flagging, por otra parte, lo que hice fue realizar una bandera por cada una de la obras incluidas en la exhibición. Ya que muchas de las obras hacen referencia a distintos símbolos nacionales o corporativos, estas banderas son una especie de abstracción en las que los distintos símbolos de las obras se mezclan”.

También destaca Freedom Fries, en el que habla sobre el lugar que ocupan los cuerpos humanos dentro en la cultura del consumo. Al colocar a una mujer con sobrepeso desnuda sobre una mesa de un restaurante de comida rápida, Okón cuestiona cómo se ha perdido el control de lo que se come, lo que se consume; la identidad perdida frente al capitalismo.

Mientras que en The Indian Project refiere al genocidio de las culturas nativas en Estados Unidos a través de documentar el pueblo Skowhegan, en el estado de Maine, donde ocurrieron algunas de las peores matanzas de indígenas. Y a pesar de que en la región no hay rastro de nativos, la Cámara de Comercio local usa una falsa identidad indígena para atraer turismo e inversiones extranjeras.

Presenta también Chille (2009), producida en Santiago de Chile en dos partes. La primera es la maqueta a gran escala de un funeral idealizado de Augusto Pinochet, y la segunda una videoinstalación sobre actuación del propio entierro del militar y político chileno: “Mi interés con estas piezas es subrayar el enorme efecto que tienen las fuerzas del capitalismo global sobre localidades específicas alrededor del mundo. Y más específicamente, la fuerte relación que existe entre el capital global y las dictaduras latinoamericanas”.

Tras hacer una lectura retrospectiva de su trabajo, Okón define la construcción de su discurso como intuitiva, y no lineal: “No siempre es clara la dirección, por lo que en muchos momentos es necesario aventarse al vacío. Por esto mismo resulta muy satisfactorio poder mirar 20 años hacia atrás y constatar que sí existe toda una serie de meta-discursos en mi obra, que sí existe una coherencia y que, a pesar de la diversidad de las obras, sí se puede pensar en términos de un cuerpo de obra”.