La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) anunció hoy que instala junto con la Universidad de Kioto una red sismo-geodésica en la llamada brecha sísmica de Guerrero, en el fondo del Océano Pacífico, para “analizar mejor, y como nunca antes se había hecho en México, los procesos tectónicos”.
El proyecto “Evaluación del peligro asociado a grandes terremotos y tsunamis en las costas del Pacífico mexicano para la mitigación de desastres”, impulsado por las dos casas de estudios, permitirá cuantificar el potencial sísmico de la brecha, que se extiende desde Acapulco hasta Papanoa, donde es probable que se origine un gran temblor.
“Esto podría ser la antesala de una era instrumental en México que permita hacer ciencia y desarrollar sistemas de alertamiento altamente sofisticados”, explicó la UNAM.
Además, este estudio en detalle de la brecha permitirá elaborar mapas de peligro y aportar información de utilidad para diseñar o modificar los reglamentos de construcción a futuro.
El proyecto surge a raíz de los sismos que sacudieron el país en septiembre -que dejaron 471 muertos- y motivaron al Gobierno japonés a seguir apoyando en la reconstrucción y prevención de nuevos desastres con fondos para estudios científicos pertinentes, detalló Víctor Manuel Cruz, investigador del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.
El líder de la parte mexicana del proyecto expuso que esta red de instrumentos, que quedará instalada en su totalidad este mismo año, es “anfibia”, ya que una parte se ubica en tierra y otra en el mar (a profundidades de entre mil y 5 mil metros), a la vez que sismológica y geodésica.
En el fondo marino habrá siete sensores de presión hidrostática para observar deformaciones verticales de la corteza continental, dos GPS acústicos para la deformación horizontal y siete sismómetros de fondo marino, que se sumarán a la red terrestre, compuesta de 14 sismómetros ultrasensibles y 33 GPS diferenciales.
Si en la brecha sísmica de Guerrero se originara un terremoto de magnitud superior a 8, se estima que, bajo ciertas condiciones, las sacudidas podrían ser dos a tres veces mayores a las que sufrió la Ciudad de México en el sismo ocurrido en 1985, que causó miles de fallecidos.
De acuerdo con el experto, los instrumentos sismológicos registran señales sísmicas de diferente naturaleza que se propagan en el interior de la tierra, como sismos o tremores tectónicos.
Las estaciones geodésicas permiten medir principalmente deformaciones lentas de la corteza terrestre, producto de procesos tectónicos en la región, con ayuda de sensores de presión hidrostática y sistemas de GPS en tierra y mar.