Un equipo de universitarios descubrió una nueva especie de arañas violinistas en México que ahora mismo está en proceso de descripción.
Necesitamos nombrarla, medirla, fotografiarla, escribir el artículo y posteriormente publicar nuestros resultados en una revista científica de impacto internacional. Es un descubrimiento importante», señaló Alejandro Valdez Mondragón, catedrático Conacyt en la sede Tlaxcala del Instituto de Biología (IB) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien adelantó que en los próximos meses estará lista la descripción científica.
La última revisión taxonómica que se hizo de este género fue hace 35 años y desde entonces no se había hallado una nueva en México.
El hallazgo ocurrió en Puebla como parte de un proyecto en el Laboratorio de Aracnología del IB para conocer la diversidad de arañas violinistas en México.
Para reconocerlas, al verlas desde arriba en su cefalotórax se puede apreciar una figura que emula a un violín, además de que cuenta con tres pares de ojos y no cuatro como todos los demás arácnidos.
Desde hace año y medio realizamos un proyecto en el Laboratorio de Aracnología del IB. Durante las expediciones que hicimos a Guerrero, Puebla e Hidalgo trajimos varios ejemplares, y al estudiarlos en el laboratorio y compararlos, nos dimos cuenta de que descubrimos una especie nueva», detalló el académico.
Ahora en el laboratorio Valdez Mondragón y sus alumnos utilizan técnicas taxonómicas y moleculares para delimitar las singularidades.
La especie, provisionalmente llamada Loxosceles sp., es del estado de Puebla y será la número 37 de las que habitan en México.
En el país están descritas hasta ahora 36 arañas violinistas, todas del género Loxosceles, y a nivel mundial existen 113.
México tiene la mayor diversidad de estas arañas en todo el mundo; algunas son endémicas del país y otras se comparten con Estados Unidos.
Todas las Loxosceles son consideradas de importancia médica por su tipo de veneno, pero pueden producir necrosis tisular o muerte de tejido, y en casos más graves daño sistémico.
Ante ello, el investigador universitario explicó que las mordeduras de este tipo de arañas son delicadas y que la etapa crítica son las primeras 24 horas, pero a veces hasta las 48 horas se empiezan a ver los efectos.
La reacción comienza con una llaga que se expande y produce una necrosis tisular o muerte del tejido bastante considerable», alertó.
Aclaró que el efecto es reversible y actualmente hay tratamiento para detener la necrosis, pero depende de la cantidad de veneno que inoculó la araña.