El Museo de Londres presentó hoy su nueva exposición: el último resto de una bola de grasa de 130 toneladas de peso extraída de una alcantarilla urbana el año pasado.
Los trabajadores, que la recolectaron tardaron nueve semanas en sacar de la alcantarilla la masa de 250 metros de largo de aceite, grasa, pañales y servilletas del subsuelo de Whitechapel, en el este de la ciudad, para ello usaron mangueras de alta presión.
El museo conservó un trozo del tamaño de una caja de zapatos, que un empleado comparó, por su consistencia, con una combinación de queso parmesano y roca lunar. Tres cajas transparentes, una dentro de otra, protegen a los espectadores de bacterias posiblemente letales y del mal olor.
La curadora Vyki Sparkes opinó que olía como un pañal usado “que olvidaste en alguna parte y encontraste semanas después”. Pero luego el olor se redujo al de un “sótano victoriano húmedo”.
“Es repugnante y fascinante”, dijo. “Por eso es tan extraordinario trabajar con esto: impacta a la gente”.
El museo tituló la muestra Fatberg! (montaña de grasa) y tiene tanta confianza en ellas que produjo mercadería desde playeras hasta un helado de chocolate fatberg.
Las bolas de grasa, una amenaza creciente en las grandes ciudades del mundo, siguen siendo objetos misteriosos. “Nadie las entiende bien, cómo se forman, con cuánta rapidez, qué son”, dijo Sparkes.