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Excélsior

Aunque el médico le recomendó más días de reposo, Joaquín Sabina no podía perderse su propio concierto en el Auditorio Nacional, así que lo desobedeció, se plantó en el escenario, y ante una multitud que lo ovacionó desde su primera nota, llenó de júbilo y nostalgia la noche de su presentación en la Ciudad de México.

«A veces a uno le pasan cosas que no quiere que le pasen, así que voy a darles el parte médico: primero tuve una gripa que me hizo suspender un concierto, y luego, mientras me estaba curando, una noche en San Luis Potosí tuve una especie de mareo y me di un golpe con una puerta. Juro que solo llevaba dos tequilas.

«Esta es la primera vez que subo a un escenario con gafas oscuras, la razón es porque tengo el ojo derecho entre negro y morado, y aunque me duele mucho privarlos a ustedes del espectáculo de mis hermosísimos ojos, es mejor así», declaró el intérprete ante un auditorio lleno, como parte de la gira de su más reciente disco Lo niego todo.

Cuando era más joven, Lo niego todo, Quién más, quién menos, No tan deprisa, Lágrimas de mármol, Sin pena ni gloria y Las noches de domingo acaban mal, fueron los temas que interpretó de su nuevo material discográfico.