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EFE

Las algas marinas, una fuente de alimentación poco aprovechada y abundante en el estado mexicano de Baja California Sur, se ha convertido en una alternativa de nutrición y salud para personas y animales gracias los esfuerzos de investigadores del Instituto Politécnico Nacional (IPN).

Con un alto contenido en minerales, carbohidratos, fibra, aminoácidos esenciales, ácidos grasos Omega 3 y 6, betacarotenos y vitaminas, las algas buscan ser aprovechadas en la fabricación de pastas, pasteles y galletas, entre otros productos, por los Investigadores del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (Cicimar) del IPN en el estado.

“En México aproximadamente tenemos mil 200 especies de algas marinas en todas las costas mexicanas, pero la península de Baja California (noroeste del país) es algo especial porque la mayor abundancia de algas la tenemos en la región”, dijo en una entrevista con Efe Margarita Casas Valdez, integrante del Sistema Nacional de Investigadores.

“De las algas obtenemos productos de alto valor comercial como los alginatos y el agar, una especia de gelatinas que se utilizan tanto para la alimentación humana como para elaborar productos farmacéuticos y medios de cultivo además como forraje para el ganado y alimento para gallinas de postura y pollos en engorda y para camarón”, explicó.

La investigadora destacó que las algas cuentan con un “alto valor nutricional” y los catalogó como alimentos nutracéuticos, es decir, “tienen un aporte nutricional importante pero también benefician la salud de los consumidores”

Casas Valdez señaló que los aportes que reporta el consumo de algas son reducir los niveles de lípidos, colesterol y triglicéridos en la sangre, así como la obesidad abdominal. Además, sus ácidos grasos Omega 3 y 6 ayudan al crecimiento del cerebro y mejoran la vista en el desarrollo temprano de los embriones.

También tienen propiedades antibióticas, antivirales, antifúngicas, antioxidantes, anticancerígenas, anticoagulantes, antitumorales, hipoglicémicas (que disminuyen el azúcar) e hipocolesterolémicas, y producen sensación de saciedad.

En tanto, Tonatiuh Chávez, doctor en Ciencias Marinas e integrante del proyecto, destacó la versatilidad de las algas: “Son plantas marinas y al igual que las terrestres hay un gran variedad de las cuales nos podemos alimentar y es tan fácil como recolectarlas, lavarlas y agregarlas a diferentes recetas”.

Chávez puso como ejemplo el sushi japonés y los caldos, platillo al que se pueden agregar y en el que su sabor no causa tanto impacto por su toque salado.

El equipo científico a cargo de Casas Valdez trabaja en el Laboratorio de Macroalgas en la ciudad de La Paz, capital de Baja California Sur, donde celebran jornadas de degustación de los alimentos que se elaboran a partir de la planta y en las que se da conocer su utilización para activar así la economía local.

El proyecto, que inició hace 25 años, en principio utilizó las algas marinas Sargassum (sargazo) y Macrocystis pyrifera (sargazo gigante) para alimentar cabras, ovejas y gallinas de postura a nivel experimental.

La investigadora recordó que existió una campaña para dar a conocer a los ganaderos de la región los beneficios de las algas en la dieta del ganado, sobre todo en la época de sequía, cuando disminuye la disponibilidad del forraje.

“Se comprobó de manera científica que las gallinas alimentadas con algas marinas produjeron huevos con 26 por ciento menos de colesterol y lo mismo ocurrió cuando se incorporaron al alimento de los camarones, reduciendo en un 27 por ciento el colesterol en los crustáceos”, apuntó.

Casas Valdez explicó que en México actualmente solo se cosechan tres especies de algas para utilizarlas en la producción de fertilizantes y aditivos para alimentos y “realmente no existe una cultura de consumo, como en países del continente asiático”.

Lamentó que se desaprovechen “porque las algas del género Ulva se encuentran en todas las costas de México” y su aporte nutricional es extenso.