A unos días de la conmemoración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, el 9 de agosto, el director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto, adelanta que próximamente será presentado el Atlas Nacional de los Pueblos Indígenas de México.
En entrevista con La Jornada, el funcionario federal explica que ese trabajo consiste en un compendio de ensayos e investigaciones –algunos ya han sido difundidos, otros son recientes– que documentan «una panorámica general histórica, lingüística, etnológica, sociodemográfica y económica de cómo están los pueblos indígenas».
El Atlas, añade, “es un reconocimiento a la riqueza cultural de los pueblos originarios y a sectores que viven en condiciones desiguales y se han organizado para reivindicar no sólo sus derechos políticos, sino también sus demandas económicas y sociales.
“El programa de investigación etnográfica –refiere Prieto– es el mayor esfuerzo para registrar, dar cuenta y brindar visibilidad no sólo a los académicos, sino también a la población en general, la cultura, la memoria y la diversidad lingüística, étnica, ontológica y axiológica de los pueblos indígenas de México que son el sustento de esta condición pluricultural reconocida desde 1992.”
El director del INAH sostiene que ese trabajo reúne un conjunto de atlas elaborados como parte del proyecto de etnografía de las regiones indígenas del país, del cual se han difundido, además de ensayos, publicaciones de carácter científico y académico.
“Los atlas –prosigue Prieto– contribuyen a divulgar la investigación etnográfica y todos se pueden consultar en Internet.”
Presupuesto limitado
Reconoce que el instituto a su cargo trabaja con limitaciones presupuestales; sin embargo, aclara, que siempre han recibido apoyo de los gobiernos locales y municipales, así como de asociaciones, fundaciones, grupos vecinales y de las comunidades. Añade que en ese organismo se requiere fortalecer la formalización de estructuras, por eso el reglamento de la Ley Orgánica del INAH, que se entregó hace unos días a la Dirección de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Cultura federal, «ayudará mucho».
Es necesario, apunta, reforzar la regularización de las plantillas del personal y contar con un programa sólido de mantenimiento y atención de la infraestructura, es decir, de las zonas arqueológicas y los museos a cargo del INAH.
Respecto del reglamento de la Ley Orgánica del instituto, Diego Prieto, define: «Es un retrato de cómo funciona el INAH y en su momento deberá adecuarse a las nuevas circunstancias políticas y sociales de México, pero ya contaremos con un ordenamiento completo, con reglas claras, que podrá perfeccionarse».
En la institución existen órganos colegiados, como los consejos de Arqueología, Monumentos Históricos, Inmuebles y Paleontología, que se han reactivado, así como el de Restauración y Conservación de Bienes Culturales. Sin embargo, Diego Prieto destaca la importancia de integrar los consejos de área que dispone la Ley Orgánica con la finalidad de que todo sea un consejo consultivo, que podrá concretarse cuando el reglamento sea aprobado.
Al respecto, recuerda que desde 2009 la Auditoría Superior de la Federación hizo la observación de que la Ley Orgánica del INAH carecía de reglamento, y una vez que sea formalizado dicho documento se podrá discutir qué le hace falta al instituto.
«Si presentamos ahora modificaciones al organigrama sería un documento que en instancias, como la Secretaría de Hacienda y Crédito Público generaría un problema; por eso el reglamento necesita apegarse a la Ley Orgánica y al ordenamiento equivalente de la Secretaría de Cultura federal, a la que está adscrita el INAH, así como a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal.»
Luego de admitir que el instituto desarrolla tareas específicas en relación con el patrimonio del país, Diego Prieto aclara que «se trabaja muy fuerte en la rehabilitación de inmuebles dañados por los sismos del año pasado. No hay semana en que no podamos hablar de varios bienes restaurados; además, ya tenemos el esquema de financiamiento para estos inmuebles históricos y arqueológicos, y de valor cultural, que podemos recuperar gracias a recursos del seguro contratado por el INAH y del Fondo de Desastres Naturales».