Otras catástrofes quizá, pero un incendio de la magnitud del que destruyó el Museo Nacional de Brasil el 2 de septiembre pasado no sucederá en los museos históricos y arqueológicos de México, dice José Enrique Ortiz Lanz, coordinador Nacional de Museos y Exposiciones del INAH. “No estamos exentos de riesgos, pero no con esa magnitud”, dice en entrevista el funcionario, quien agrega que este año el presupuesto para mantenimiento de los recintos se duplicó: alcanzó 80 millones de pesos respecto a 2017.
En todo el mundo las alertas se prendieron tras el incendio del museo brasileño. Ortiz Lanz muestra seguridad: dice que, al menos los museos bajo administración del INAH, están ubicados en un atlas nacional de riesgos, que se cuenta con las medidas de seguridad necesarias y el personal para actuar en caso de una contingencia. También dice que los museos mexicanos están muy lejos de compararse con las condiciones físicas del recinto brasileño que ardió.
El edificio brasileño es una construcción con muchas partes de madera, lo cual lo hace particularmente endeble, susceptible al fuego; si trasladamos esto al panorama mexicano no corresponde a nuestro atlas de riesgos mayores. Yo diría que prácticamente ningún museo del INAH está en un edificio con condiciones tan precarias y sobre todo con materiales tan flamables”, explica. Otra característica que descarta una tragedia es la concentración tan grande y de todo tipo de patrimonio que existía en el museo brasileño.
Nuestro antiguo Museo Nacional (que se ubicó en el actual Museo Nacional de las Culturas del Mundo) desde principios del siglo XX fue dividiendo sus colecciones y hoy la política es que los nuevos hallazgos, en el caso de materiales arqueológicos o incluso de colecciones históricas, se queden en los lugares más cercanos a su sitio de origen. Creo que la conjunción de valores como un edificio altamente flamable y una colección concentrada tan importante fueron algunos de los detonantes de esta tragedia”, considera.
A estas condiciones, medios de comunicación brasileños añadieron la disminución de recursos a la que se fue sometiendo al recinto. Según el periódico O Globo, el espacio debía recibir 520 mil reales anualmente (unos 2.4 millones de pesos); sin embargo, la cifra dejó de entregarse íntegramente desde 2014. Ortiz Lanz afirma que en México los museos han recibido este año una aportación extraordinaria de 80 millones de pesos para mantenimiento, “con ello se están haciendo mejoras en más de 30 museos de la red del INAH, en 22 estados del país”.
OTROS PELIGROS
El conato de incendio más reciente en un recinto cultural de México sucedió el 1 de julio del año pasado en el Palacio de Bellas Artes. Si bien las llamas se ubicaron lejos de las salas de exhibición del museo que ahí se alberga, sí afectaron el área de talleres. Pero las imágenes más recurrentes sobre los riesgos que enfrentan los museos mexicanos parecen estar relacionadas con el agua: el 21 de agosto pasado, este diario informó acerca de la desastrosa situación en la que se encuentran las azoteas del Museo Nacional de Antropología, que ya han comenzado a ser atendidas.
La situación obligó a cerrar algunas salas de exhibición, tapar obras con plástico y mover, “entre todo el personal disponible en ese momento”, vitrinas y cualquier objeto susceptible de riesgo. Las filtraciones, según denuncias de los trabajadores, se han registrado en otros recintos, como el Museo Nacional de Arte: “Algunas grietas se agravaron con los sismos, otras ya tenían tiempo”, dice Tamara Carrasco, empleada del recinto.
Nuestro país está sujeto a un atlas de riesgos que señala cuáles son las regiones que pueden tener afectaciones; tenemos muy claro cuáles son los museos que son susceptibles de estar vinculados a estos daños, lo mismo va para sismos que para huracanes, para inundaciones y otro tipo de afectaciones climáticas; existen protocolos establecidos para cada uno”, agrega.
Hace tres años, por ejemplo, se generó una alerta de huracán categoría 3 en Puerto Vallarta. Con anticipación, dice, el Museo Arqueológico Cuale, “se desmontó todo y se guardó toda la colección en cajas herméticas y se trasladó a un recinto de la Armada de México. Desde luego todos los protocolos están sujetos a mejora; en este sentido, una de las preocupaciones es trabajar adecuadamente en los sistemas importantes para la seguridad. Tener detectores, señalamientos, alarmas funcionales y el personal calificado y con conocimiento de las estrategias de atención”.
Coincidentemente con la tragedia de Brasil, dice, del 11 al 13 de septiembre se realizará en Antropología la Reunión Nacional de Jefes de Seguridad de Museos, “en la cual se revisan los protocolos. No estamos en indefensión”, asegura.