Hace 50 años, en la Ciudad de México, tuvo lugar uno de los acontecimientos políticos más violentos del que tenga registro la historia del México contemporáneo.

Corría el año de 1968, el Consejo Nacional de Huelga, integrado por jóvenes de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad de Chapingo, el Colegio de México y universidades de todo el país, convocaron a una magna concentración en la plaza de las tres culturas de Tlatelolco.

Ahí, estaban estudiantes, maestros, intelectuales, obreros, empleados y simpatizantes del Movimiento Estudiantil que había iniciado dos meses antes, el 22 de julio; con un pleito entre estudiantes de la preparatoria particular, Isaac Ochotorena y de la Vocacional número 5 del Politécnico. Riña, que fue contenida y reprimida por elementos policíacos y con la participación, por primera vez en las calles de México, del cuerpo de granaderos.

Fue un conflicto que tomó forma y fuerza en diversos puntos de nuestro país, en Xalapa, Veracruz, la solidaridad universitaria hizo eco la tarde del 26 septiembre, con una marcha que fue contenida con el uso de toletes en contra de los pacíficos manifestantes en la plaza Lerdo de la capital del estado.

En la Ciudad de México, la presencia de soldados en instalaciones de la UNAM y el IPN, motivó el descontento generalizado de la comunidad universitaria y de su rector Javier Barros Sierra; el bazucazo a la histórica puerta del antiguo colegio de San Ildefonso, las detenciones reiteradas y abusos cometidos en contra de estudiantes y simpatizantes del movimiento; así como la cercanía de la inauguración de los Juegos Olímpicos tensaron aún más la relación entre el gobierno y los líderes del movimiento.

Entre las exigencias de los universitarios destacaban seis puntos:

Libertad de todos los presos políticos.

Derogación del artículo 145 del Código Penal federal.

Desaparición del cuerpo de granaderos.

Destitución de los jefes policíacos Luis Cueto y Raúl Mendiolea.

Indemnización a los familiares de todos los muertos y heridos desde el inicio del conflicto.

Deslindamiento de responsabilidades de los funcionarios culpables de los hechos sangrientos.

Diez días antes de que iniciara la décima novena edición de los Juegos Olímpicos en nuestro país, el movimiento estudiantil fue acallado a sangre y fuego. La tarde-noche del 2 de octubre de 1968, una luz de bengala lanzada desde un helicóptero surcó el cielo de la plaza de Las Tres Culturas, fue la señal enviada en punto de las seis de la tarde, para que sujetos con un guante blanco y militares apostados alrededor de los edificios de Relaciones Exteriores, del Chihuahua y de la iglesia de Santiago, acorralaran a los civiles y universitarios con disparos de armas de fuego que se prolongaron durante toda la noche y madrugada; sin que exista hasta hoy, un recuento confiable o número exacto de las personas que perdieron la vida o desaparecieron durante la noche de Tlatelolco.