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24 Horas

Víctimas de la represión estudiantil de 1968 y estudiantes universitarios se unieron hoy para marchar a lo largo de Ciudad de México y exigir justicia el mismo día en que se cumplen 50 años de la masacre perpetrada por el Ejército mexicano contra un mitin de estudiantes en Tlatelolco.

La movilización partió de la Plaza de las Tres Culturas, lugar donde el 2 de octubre de 1968 los soldados y el grupo paramilitar Batallón Olimpia dispararon a quemarropa contra los manifestantes, provocando entre 200 y 500 muertos, según testigos.

Miles de personas recorrieron el centro de la capital mexicana hasta el Zócalo, donde se celebró un mitin, coreando el ya tradicional “Dos de octubre no se olvida, es de lucha combativa”.

Como muchos otros ciudadanos, Abel Mondragón homenajeó a las víctimas ante la ofrenda floral de la plaza antes de partir hacia la marcha. Él tenía 13 años cuando sucedió la tragedia.

“Vivo aquí enfrente y escuché los balazos como si fueran palomitas de maíz. En la mañana siguiente, vi los cuerpos en fila india con los zapatos apilados”, explicó a Efe entre lágrimas.

Medio siglo después, Abel Mondragón quiso estar en la plaza para recordar que “gracias a este movimiento, tenemos democracia actualmente en México”.

El ambiente de la plaza era tan reivindicativo, con mítines de colectivos estudiantiles y organizaciones sociales, como festivo, puesto que se bailaron danzas prehispánicas en honor a las víctimas.

Allí estuvo Jaime Cuellar, quien se declara “hermano del 68”, puesto que su hermano fue detenido en Tlatelolco esa tarde del 2 de octubre de hace medio siglo.

“El Estado mexicano ya reconoció que eso fue un genocidio pero no ha juzgado a los genocidas”, reprochó ante la caricatura de la plaza que satiriza al ya fallecido expresidente Gustavo Díaz Ordaz, quien se atribuyó la responsabilidad política de la matanza.

En la cabecera de la manifestación estuvieron supervivientes de la masacre y líderes estudiantiles del movimiento del 68, que coreaban “!Che, Che, Che Guevara; Díaz Ordaz a la chingada!”.

Entre ellos desfiló Fernando Castillo, quien fue representante en uno de los centros de bachillerato donde comenzó el movimiento estudiantil, el 26 de julio de ese año.

“Estaremos exigiendo justicia hasta que no se juzgue a los responsables”, dijo a Efe tras recordar que “sigue vivo Luis Echeverría”.

El expresidente Echeverría, de 96 años, era en 1968 secretario de Gobernación y responsable de seguridad pública en el Gobierno de Díaz Ordaz (1964-1970).

Castillo exigió justicia no solo por la masacre de Tlatelolco, sino también por episodios represivos durante el movimiento de 1968, como el ataque militar al Antiguo Colegio de San Ildefonso o la ocupación del Ejército del campus de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la más importante del país.

En la manifestación también tuvieron un espacio destacado los padres y familiares de los 43 estudiantes de la escuela para maestros de Ayotzinapa que desaparecieron en 2014 tras ser detenidos por autoridades del municipio de Iguala, estado de Guerrero.

Precisamente, los estudiantes de Ayotzinapa fueron interceptados cuando se apoderaron de un autobús para desplazarse a Ciudad de México y participar en la manifestación estudiantil del 2 de octubre de ese año.

También estuvieron presentes estudiantes de escuelas rurales como la de Ayotzinapa, que contaban al unísono hasta 43 y finalizaban su cántico al grito de “¡Justicia!

Centenares de banderas de la UNAM y del Instituto Politécnico Nacional (IPN), los principales centros estudiantiles del movimiento del 68, decoraron la marcha puesto que miles de alumnos se unieron a la conmemoración de los 50 años de la matanza.

“¿Por qué nos asesinan si somos la esperanza de América Latina?”, se preguntaban los jóvenes.

Los universitarios criticaron al actual presidente de México, Enrique Peña Nieto, y denunciaron la grave problemática de grupos de choque llamados ‘porros’ que golpean a los estudiantes que protestan en los centros académicos.

En el gran mitin del Zócalo, representantes universitarios se declararon “hermanados con la generación del 68” y avisaron de que es “hipócrita pedir perdón” sin “castigar a los asesinos”.

Durante el verano de 1968, miles de estudiantes organizaron huelgas y masivas manifestaciones para denunciar el autoritarismo del Gobierno mexicano, dominado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que reprimió militarmente la movilización para evitar altercados durante los Juegos Olímpicos.