Un espacio español en esta ciudad provinciana de Veracruz, una casa de estilo andaluz finalizada su construcción en el año de 1778.
Desde que entramos, las alegorías y diseños de Don Quijote de la Mancha y su fiel escudero Sancho Panza saltan a la vista por doquier de esta antigua casona.
En su patio sobresale una gran fuente. En el medio del mismo, así como las jardineras que dan vida a un gran corredor donde las imágenes caballerescas y religiosas están por todos lados.
Al estar en esta casa, sin lugar a dudas uno se transporta a la época en que vivió su gran esplendor a finales del Siglo XVII y principios del XIX.
Pensar que pisamos el mismo lugar que el gran poeta nicaragüense Rubén Darío, quien fue invitado a compartir el vino y la sal en esta casa, el 10 de septiembre de 1910.
Entonces de ahí surge con un enorme cariño, con el tiempo, Rubén Darío escribe un poema increíble que se llama La niña de la piña, en donde relata el hecho de que una niña de aquí del pueblo, lo va a despedir con una piña y unos habanos.
Otro ilustre escritor sudamericano que visitó esta casa en julio de 1932 fue Mario Benedetti.