Muchos lectores solicitan libros de poesía amorosa para regalarlos hoy, Día de San Valentín. “Vienen muchos jóvenes a buscar poemas de Sabines y de Octavio Paz. Durante toda la semana se ha incrementado la venta de los libros de poesía”, precisó Hilario Sandiresty, gerente de comercialización de la Librería El Sótano de Miguel Angel de Quevedo.

“Sólo el amor engendra melodías”, escribió el poeta cubano José Martí y parece que en estos días de febrero, los acentos líricos acompasan el deseo. “Quiero hacer un regalo distinto. Creo que lo mejor es un libro y más si es de poesía amorosa: vine por uno de García Lorca que me recomendaron, El romancero gitano”, dice Alfredo Versearte, estudiante de preparatoria.

“¿Cómo sujetar mi alma para / que no roce la tuya?” se pregunta Rainer María Rilke. Los amantes se desbordan desnudos y se confiesan ante Dios. Toda ciudad es un cuerpo. Tiempo, la apetencia que nace en las aguas grises de los ríos. El amor, fiereza, ritmo de la carne: cálices que almacenan sospechas. Amor, fruto de un árbol espinado, rosa de un tallo huérfano.

¡Ay! del amor que fortifica. ¡Ay! del amor que nos subyuga. Febrero es brutal: más que el abril amenazante que advirtió T. S. Eliot. Azorados andamos en la fronda vinculada con el viento: aturdida y maltrecha la procesión por las sendas de su arbitrio: “Es amor fuerça tan fuerte, / que fuerça toda razón”, proclamó el poeta prerrenacentista español, Jorge Manrique.

“Estoy asombrado sobre todo por la gran cantidad de jóvenes que han venido a buscar libros de poesía amorosa. Los más solicitados son Sabines, Lorca, Paz, Villaurrutia, Benedetti, Neruda. Teníamos varios ejemplares de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, del poeta chileno, y volaron; lo mismo sucedió con las antologías de la poesía del Siglo de Oro español, las cuales se agotaron”, abunda Juan Manuel Sardiñas, encargado de la librería del Palacio de Bellas Artes.

¡Ay! del amor en su encantado y breve pronunciamiento. ¡Ay! del amor y sus peregrinaciones. Amantes somos. Qué mejor compañía que un prontuario que desnude las arrogancias de semejante indolencia. Antología de la Poesía Amorosa española e hispanoamericana (EDAF, 1993), edición de Víctor de Lama, que se agotó en todas las sucursales de Gandhi. Recopilación de estrofas desde el Siglo XI a nuestros días: de las Jarchas a Roque Dalton. Hay que llevarla consigo en esta jornada en que penetramos las ruinas de la codicia amorosa y el erotismo desafiante. Frente a un cuerpo desnudo y apetecido se necesitan versos, muchos versos.

 

XAVIER VILLAURRUTIA

AMOR CONDUSSE NOI AD UNA MORTE

Amar es una angustia, una pregunta,

una suspensa y luminosa duda;

es un querer saber todo lo tuyo

y a la vez un temor de al fin saberlo.

Amar es reconstruir, cuando te alejas,

tus pasos, tus silencios, tus palabras,

y pretender seguir tu pensamiento

cuando a mi lado, al fin inmóvil, callas.

Amar es una cólera secreta,

una helada y diabólica soberbia.

Amar es no dormir cuando en mi lecho

sueñas entre mis brazos que te ciñen,

y odiar el sueño en que, bajo tu frente,

acaso en otros brazos te abandonas.

Amar es escuchar sobre tu pecho,

hasta colmar la oreja codiciosa,

el rumor de tu sangre y la marea

de tu respiración acompasada.

Amar es absorber tu joven savia

y juntar nuestras bocas en un cauce

hasta que de la brisa de tu aliento

se impregnen para siempre mis entrañas.

Amar es una envidia verde y muda,

una sutil y lúcida avaricia.

Amar es provocar el dulce instante

en que tu piel busca mi piel despierta;

saciar a un tiempo la avidez nocturna

y morir otra vez la misma muerte

provisional, desgarradora, oscura.

Amar es una sed, la de la llaga

que arde sin consumirse ni cerrarse,

y el hambre de una boca atormentada

que pide más y más y no se sacia.

Amar es una insólita lujuria

y una gula voraz, siempre desierta.

Pero amar es también cerrar los ojos,

dejar que el sueño invada nuestro cuerpo

como un río de olvido y de tinieblas,

y navegar sin rumbo, a la deriva:

porque amar es, al fin, una indolencia.