Las casi 600 páginas de Andy (Reservoir Books), la contundente biografía gráfica que el dibujante holandés Typex ha dedicado a Andy Warhol, el artista pop por excelencia, es uno de esos libros que atraen pero que imponen, al que, como un cuervo ante algo brillante, es imposible resistirse.
Typex, que estos días ha pasado por la 37 edición de Comic Barcelona, explica a Efeque se ha visto obligado a prometer a su mujer, y a él mismo, que no hará más biografías, ya que este trabajo le ha obligado a sumergirse casi cinco años en los archivos, diarios, películas, y en la desmesurada cantidad de informaciónque existe sobre el artista de Pittsburgh (Estados Unidos) fallecido en 1987.
Una tarea similar a la que ya había realizado por encargo del holandés Rijksmuseum Museum sobre Rembrandt, y que le metió el gusanillo del género, aunque en este caso por iniciativa propia y con alguien más cercano a sus gustos: la cultura pop, Nueva York, y el rock.
“Como dicen los americanos, es un trabajo sucio pero alguien tiene que hacerlo. Cuando empecé a descubrir el personaje me di cuenta de que allí había un cómic, y decidí que ese alguien iba a ser yo”, recuerda Typex (Amsterdam, 1962).
Se requiere tener fuerzas para soportar en las manos un ejemplar de Andy. Una fábula real. La vida y la época de Andy Warhol, título completo de este libro que visto de lejos puede confundirse con una caja de detergente -algo que hubiera hecho gracia al homenajeado-, y cuyos bordes son plateados.
“El color del futuro, el mismo con el que estaba pintada la Factory”, indica el dibujante, sobre aquella nave de creación que durante tres décadas atrajo a personajes y personajillos de la cultura underground.
“Empecé leyendo todas las biografías que encontré y me pregunté, ¿pero este tío me cae bien? La verdad es que hay bastantes visiones del personaje, pero la mayoría negativas”.
Y agrega: “Me aparté de ellas y me centré en sus diarios, páginas llenas de cotilleos y chorradas que no van a ninguna lado. Pensé, lo leo en diagonal y ya está, pero profundicé y me di cuenta de que era un tipo bastante gracioso”.
La intención de Typex era no saltarse nada. Tampoco la infancia, porque permitía conocer al Andy niño, ese que vivía en Pittsburgh, “la ciudad más sucia del mundo” y empatizar algo más con él. “Es imposible odiar a un niño, y además nos deja entender cómo era y en lo que convirtió”.
El libro, que se divide en diez capítulos, cada uno encabezado por una adaptación gráfica de la portada de una revista de su época. “La lectura de un cómic de 600 páginas resulta intensa, de esta forma se hace más liviana, y contextualiza la historia, consigue explicar las diferentes épocas por medio de los dibujos”, indica el autor.
Para el historietista holandés, la vida entera de Warhol es “una versión invertida del sueño americano”, la historia de un niño que crece en una de las zonas más pobre del país “y que además de homosexual es una persona, digámosle rarita, que acaba convirtiéndose en el artista de más éxito si no del mundo, sí de Estados Unidos, es una historia de los orígenes de la cultura pop”.
Warhol pareció estar siempre en el momento y en el lugar adecuado -menos cuando la activista Valerie Solanas intentó matarlo- y por eso se le recuerda rodeado de celebridades de la alta sociedad, de la música, del cine, del arte de galerías y el underground, de los pobladores del Nueva York más marginal.
“Hubo mucha gente que alcanzó la fama gracias a Andy que luego no entendieron que el interés por ellos se desvaneciera. Por eso, algunos le guardaron rencor. En el fondo era como una luciérnaga, una luz que atraía a muchas polillas, aunque esas polillas reflejaban a su vez luz sobre él”, describe el historietista sobre aquella simbiosis.
Para los mitómanos, la lista de famosos que desfilan por esta novela gráfica se cuenta por decenas, Lou Reed, Michael Jackson, Nico, Madonna, Basquiat, Bob Dylan, Grace Jones, Donald Trump, Debbie Harry, David Bowie, Richard Nixon, o Salvador Dalí.
¿Le hubiera gustado esta biografía a un lector de cómic como Warhol? “Creo que no, pensaría que lo he dibujado demasiado feo. No me hubiera invitado a la Factory, además hubiera sido demasiado viejo para él”, concluye.