A propósito de los 500 años de la llegada de Hernán Cortés a las costas de Veracruz, el escritor colombiano William Ospina opinó en la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) de la Universidad Veracruzana (UV), que no se ha pensado de manera suficiente la llamada Conquista de América y la incorporación de esta región del mundo a la cultura occidental.
“En estos días de tanto debate por la carta enviada por el presidente (Andrés Manuel) López Obrador al rey de España, invitándolo a disculparse por la Conquista de América, a mí me parece que es un gesto para abrir el debate saludable, no tanto por lo que tiene que ver con la atrocidad de ese hecho, sino porque de todas maneras, a pasar de la independencia, de muchas maneras distintas los hechos e ideología de la Conquista persistieron en nuestras culturas y está todavía entronizada.”
Para muestra, citó que en Colombia los pueblos originarios siguen colocados en una situación marginal. Pero algo más, en lo que a su consideración se ha pensado muy poco, es el hecho de que en esta región llamada América Latina (AL) se habla una lengua que no nació acá, sino para nombrar un mundo muy ajeno.
En ese sentido, dijo tajante: “Creo que toda la aventura literaria de AL en estos cinco siglos ha sido el esfuerzo por construir una lengua que se parezca a América y pueda nombrar verdaderamente a América”.
“Europa está agobiada por su propia conciencia imperial y su idea de ser los elegidos del planeta y que tienen cierta tendencia a mirar al resto del mundo como la periferia”
A este tema recurrió frecuentemente durante la charla ofrecida en el Foro “Sergio Galindo” del Complejo Deportivo Omega, el 7 de abril. En su opinión, la idea de belleza impuesta por siglos también se tuvo que romper, pues hasta hace poco se veía como prosaico todo lo que pertenecía a este territorio; así, mientras era poético decir “París”, “Viena” o “Londres”, mencionar “Tiquiribí” no parecería formar parte de algo dignificado por la estética.
Para él, actualmente ya no es posible narrar la Conquista de América tomando como punto de partida la icónica imagen de las carabelas de Cristóbal Colón. Y fue más allá: “Desde la conciencia mestiza de América Latina deberíamos tener otra versión de esos hechos, que magnifique menos el poder del europeo que llegó, dignifique más el poder del americano que había; y que tampoco se agote en una guerra ciega contra lo inevitable: es tarde para decirle a (Cristóbal) Colón que no desembarque”.
De acuerdo con Ospina, pertenecer al mundo europeo, americano, africano, incluso al asiático, “porque los pueblos indígenas llegaron deAsia hace 20 mil años”, debe verse como una riqueza; tal condición permite sentirse seres no locales, sino universales. Por el contrario:“Europa está agobiada por su propia conciencia imperial y su idea de ser los elegidos del planeta y que tienen cierta tendencia a mirar al resto del mundo como la periferia”, tal frase provocó aplausos del auditorio.
Según él, la ocupación de América por parte de los españoles hace cinco siglos es parecida a la ocupación de otro planeta. Retomó el tema de la lengua castellana y de cómo avanzó para poseer un territorio totalmente distinto; al tiempo que lamentó que todo se hayaresuelto con un genocidio y el exterminio de mitos, leyendas, lenguas, tradiciones, “porque aquí había un mundo, civilizaciones, culturas, lecturas muy complejas de la realidad”.
El autor de El país de la canela consideró catastrófico el hecho de que la cultura europea haya descalificado todo lo que había en la que llamaron América, y más aún, que lo vieran como barbarie y salvajismo. Pero de esas otras maneras de ver el mundo “hay mucho por explorar” y en su opinión, México es pionero en reivindicar el mundo indígena.
“Es necesaria la reivindicación del mundo americano. Yo me siento muy orgulloso de todo lo que conozco de la cultura europea y lo amo, siento que forma parte de nuestro ser y circula por nuestras venas; no se trata de establecer ese conflicto entre dos mundos, pero sí de visibilizar un mundo tan rico y complejo. Tan sólo geográficamente América es 10 veces más grande que Europa.”
Y nuevamente, el también autor de La serpiente sin ojos planteó el tema de la lengua y lo limitada que estuvo la castellana en aquella época:
“¿Cómo podría una lengua, como la castellana, nombrar el mundo americano? Cuando llegaron los europeos aquí, a pesar de que la lengua castellana era tan madura que estaba en vísperas de escribir el Quijote (Don Quijote de La Mancha), enmudecía; no tenía palabras para nombrar nada de lo que era específicamente americano, ni las regiones, árboles, pájaros, climas, animales, pueblos nativos ni sus costumbres e indumentarias. América no cabía en esa lengua”. Esto porque mientras en Europa había 20 mil variedades de plantas, en la región equinoccial de América existían 100 mil y no tenían un nombre para tantas.
En palabras de Ospina,
“Llevamos cinco siglos esforzándonos en hacer caber a América en esa lengua y para eso lo primero que se hizo fue tomar palabras de las lenguas indígenas, del Caribe, los Andes, las regiones mexicanas, y así llamar todo lo que no tenía nombre en castellano”
Incluso, para el creador de Ursúa, fue en América donde la lengua castellana dejó de ser local. Tal proceso inició con los cronistas de la Conquista y continuó con los poetas de los siglos XVI y XVII. Para el siglo XIX, el modernismo latinoamericano demostró que tal lengua se había vuelto americana y más aún: planetaria.
“Yo diría que el centro de gravedad de la lengua castellana dejó de estar en España para estar en América, y todos sabemos hoy que la gran literatura en lengua castellana del siglo XX (teniendo, por supuesto, obras muy importantes de la literatura española) es fundamentalmente latinoamericana.”
El escritor colombiano también habló de temas como la naturaleza que aún posee AL y del capitalismo. De la primera se pronunció por “reivindicar y defender”; del segundo, advirtió que a esos poderes les conviene que la humanidad no esté unida, pero también que toda ésta pertenece a tal sistema, pues “somos sus tributarios”.
En la charla también participaron el coordinador de la FILU 2019, Germán Martínez Aceves; así como el ganador del Premio Latinoamericano de Primera Novela “Sergio Galindo” 2018, Guillermo Ferreyro.