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Excélsior

Dos figuras antropomorfas, pertenecientes a la cultura teotihuacana, que se desarrolló entre los años 200 y 700 de nuestra era; dos personajes masculinos sentados, desnudos, que portan pulseras, ajorcas, collar y faja y fueron elaborados en barro mediante las técnicas de modelado alisado, incisión y aplicación de pastillaje.

Éstas son las piezas que el gobierno de Estados Unidos restituyó ayer a México. La entrega-recepción se realizó en la sede de la embajada estadunidense en esta capital, en cumplimiento al Tratado de Cooperación que Dispone la Recuperación y Devolución de Bienes Arqueológicos, Históricos y Culturales Robados, suscrito en 1970.

 

 

Sergio Estrada, encargado del Programa de Recuperación del Patrimonio Cultural de la Secretaría de Relaciones Exteriores, comentó que con este acto formal concluye un proceso de colaboración que inició con una investigación policial del FBI.

En 2014, el Buró Federal de Investigaciones requisó, tras registrar la vivienda Don Miller en Indiana, unas siete mil piezas arqueológicas extraídas de manera ilegal de diversos países, las cuales formaban parte de los 42 mil objetos que integraban la colección del ingeniero estadunidense, entre los que destacaban dos mil huesos humanos procedentes de unos 500 esqueletos de antiguos indios americanos.

Edward J. Gallant, agregado jurídico adjunto del FBI, explicó que Miller ejerció la arqueología de forma amateur durante los años 50 y 60 y participó en excavaciones en diferentes países, sustrayendo piezas. Sin embargo, el funcionario estadunidense aclaró que en este caso no se levantaron cargos, pues el coleccionista cooperó con las autoridades y antes de su muerte, a los 91 años, aceptó regresar las piezas.

El arqueólogo Omar Silis detalló, por su parte, que, tras revisar la base de datos del FBI, encontraron que sólo dos de las siete mil piezas eran patrimonio mexicano y que pertenecían a la cultura teotihuacana. “Es una de las más importantes, porque formó una de las ciudades más grandes de Mesoamérica. La importancia de las figurillas es que son una muestra de cómo eran quienes vivían en esa época, cómo vestían, cuáles eran sus rasgos físicos. Permiten conocer más sobre la historia de estas culturas y esto da identidad a la cultura actual”, dijo tras aclarar que la parte fuerte de la información se perdió al sacar las piezas de su contexto.

Estrada destacó que el tráfico de bienes culturales representa no sólo un detrimento para la cultura mexicana, sino también para la universal. “Es considerado por varias organizaciones como la tercera o cuarta actividad criminal que más dinero genera en el mundo, ubicada detrás del tráfico de drogas y de armas. Los casi tres mil kilómetros que compartimos con EU vuelven significativo este problema en esta región”.

Informó que México cuenta con nueve tratados firmados para prevenir este delito, con países como China, Guatemala, Belice, Chile, Perú, El Salvador, Uruguay y Suiza. “El año pasado se decomisaron 800 piezas mexicanas en EU, las cuales aún están en un proceso de restitución. Tenemos una cooperación muy activa”.

La antropóloga Aída Castilleja, secretaria técnica del INAH, y James Wolfe, consejero para Asuntos Educativos y Culturales de la Embajada de EU, aseguraron que el gobierno estadunidense ha apoyado en la conservación de la Tumba de Pakal, localizada en el Templo de las Inscripciones de Palenque, así como la rehabilitación del Templo de San Martín de Tours, en Huaquechula, Puebla, dañado tras el sismo del 19 de septiembre de 2017.

Castilleja añadió que una estela maya fue retornada voluntariamente por la Universidad de Yale, a través del consulado de México en NY. “Ya está preparada para su envío a México y debe llegar en próximos días; a partir de ahí se definirá si requiere restauración, dónde se quedará y exhibirá”, concluyó.