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EFE / FOTOGRAFÍAS: REUTERS / WIKIPEDIA

La catedral Notre Dame de París, devastada desde este lunes por la tarde por las llamas, no solo es en sí una de las grandes joyas de la arquitectura gótica, sino que ha inspirado a escritores y artistas durante sus ocho siglos y medio de historia.

El creador que probablemente más ha contribuido a consagrarla como uno de los símbolos de la capital francesa es Victor Hugo con su libro «Notre Dame de Paris» publicado en 1831, que dignificó el edificio más allá de su dimensión religiosa, que la había puesto en peligro durante la fase más convulsa de la Revolución Francesa.

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En esos tiempos de anticlericalismo, el pillaje afectó en particular a la galería de los reyes.

Víctor Hugo, en particular con su personaje del jorobado, ha inmortalizado el perfil de una catedral que ha sido el escenario de múltiples adaptaciones cinematográficas de esa obra literaria, incluso por la «fábrica de los sueños» de Disney.

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Una de la más conocidas de esas adaptaciones para la gran pantalla fue la de Jean Delannoy en 1956, que contó con dos actores de excepción: Gina Lollobrigida en el papel de Esmeralda y Anthony Quinn como Quasimodo.

La magnificencia del interior del edifico también ha quedado en la memoria colectiva gracias a los pinceles de Jacques Louis David, que pintó en grandes dimensiones (629 x 979 centímetros) «La consagración de Napoleón».

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David servía así la ambición de Napoleón que había conseguido tomar el control de las riendas de la Revolución Francesa y escenificó su poder haciéndose coronar allí el 2 de diciembre de 1804.

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Medio siglo más tarde, el arquitecto Eugène Viollet le Duc se encargó en 1859 de la reconstrucción de la aguja de Notre Dame, que había quedado varias veces destruida a lo largo de la historia, y que también fue pasto de las llamas este lunes.

Desde el comienzo de su historia, la catedral ha albergado obras de arte, como una serie de cuadros llamados los «Mays» encargados entre 1630 y 1707 por la corporación de los orfebres de París para ofrecerlas en primavera en honor de la Virgen María.

Entre las piezas que tampoco han podido ser extraídas por los bomberos están los tres órganos, elementos fundamentales de la liturgia. El mayor de todos, con cinco teclados y cerca de 8.000 tubos, se considera uno de los más célebres del mundo.

Sí que ha podido salvarse lo que se conoce como el Tesoro de Notre Dame, entre el que está la túnica de lino del rey San Luis, del siglo XIII.

En la fachada occidental, el Pórtico del Juicio es el más fastuoso de todos. Instalado entre 1220 y 1230, representa el último juicio según el Evangelio de San Mateo.

 

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Los tres rosetones (dos de ellos con un diámetro de 12,90 metros) constituyen también algunos de los elementos más paradigmáticos del edificio, junto al resto de las vidrieras.