Vende sus obras por millones y puede alardear de ser uno de los creadores contemporáneos más reconocibles del mundo. Y, sin embargo, Banksy ha tenido que colarse en la Bienal de Venecia.
Inicialmente se sospechó que había viajado hasta allá cuando apareció en la ciudad italiana un graffiti de una niña inmigrante que le fue atribuido al misterioso artista callejero.
En un vídeo que publicó en su cuenta de Instagram se le ve sentado en una silla plegable, escondido detrás de un periódico, mientras decenas de personas se paran a ver y comentan sus cuadros.
“Instalando mi puesto en la Bienal de Venecia. A pesar de ser el mayor y más prestigioso evento de arte del mundo, por alguna razón nunca he sido invitado”, escribió junto al vídeo
El puesto callejero consiste de nueve cuadros pequeños que conforman una sola imagen: un enorme crucero que luce tan fuera de lugar en la antigua ciudad que parece una nave espacial.
Si con el mural de la niña ataviada con un chaleco salvavidas el artista criticaba la crisis migratoria, un tema que ha abordado en otras obras, con este “improvisado” collage titulado “Venice in oil” Banksy cuestiona el turismo masivo.
El nombre de la obra es un juego entre los distintos significados en inglés de la palabra “oil“: puede referirse a óleos, es decir, a la pintura utilizada en los cuadros, o a petróleo, con lo que hace referencia a la contaminación que producen los cruceros turísticos.
En todo caso, el vídeo no da nuevas pistas sobre la identidad del artista -si es que es realmente él quien lo protagoniza-, que aparece ataviado con botas, pantalones beige, gabardina azul y un gorro que le tapa la cara.
Eso sí, deja ver sus manos mientras instala los cuadros en la plaza. Mientras lee las noticias tranquilamente –gracias, Banksy, por seguir creyendo en los medios impresos– los turistas y nativos contemplan y comentan su obra.
Hasta que llega la policía y le echa por no tener los permisos necesarios. La Plaza San Marcos es un lugar emblemático de Venecia, y uno de los destinos predilectos para las hordas de turistas que han convertido a esta isla en una especie de disneylandia.