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Universidad Veracruzana

El investigador de El Colegio de México (Colmex), Guillermo Zermeño Padilla, expuso que la historiografía “normal, oficial, académica o no académica, sigue todavía pensando que países como México somos una modernidad fallida”, de ahí la importancia de la denominada historia conceptual.

En sus palabras, para una sociedad tal planteamiento psicológicamente es muy fuerte y causa frustración. Pero ese complejo de inferioridad –que todo el tiempo se está alimentando– se origina en una comprensión equivocada de lo que significa entrar a la modernidad como país constitucionalmente soberano.

“Hay que saber leer esos documentos; en ese sentido, la historia conceptual quisiera ofrecer una especie de nueva teoría de la lectura. Una manera diferente de leer eso que ha sido leído en términos de esta frustración, de Estado fallido, ofrecer otra perspectiva para mostrar que México, y cualquier país que se constituye en el siglo XIX como país soberano, está a la par de cualquiera, sea o no europeo.”

La última sesión en este ciclo escolar del Seminario de Historia Intelectual/Historia Cultural, organizado por miembros del cuerpo académico (CA) Historia y Cultura de la Universidad Veracruzana (UV), versó sobre la presentación y discusión del libro Historias conceptuales, de Zermeño Padilla.

En el Salón Azul de la Unidad de Humanidades, el destacado historiador dio una minuciosa explicación a los presentes de cómo es que surgió la historia conceptual en Alemania, en el contexto de la crisis ocasionada por la Segunda Guerra Mundial, y la sustantiva importancia que tal disciplina le da al lenguaje.

Enseguida, habló de su obra en sí, que está conformada por 10 ensayos: “En este libro ofrece una revisión de lo que podría calificarse como la prehistoria de nuestro presente; tiene que ver con el momento en que México pasó a configurarse como una nación, un Estado moderno, independiente, separado de la monarquía hispánica y que va correr destinos, formas históricas comparables con otros pueblos que simultáneamente van a separarse, que es el caso de las naciones latinoamericanas en general”.

Para él, el periodo que comprende del 1750 a 1850 se puede observar como un momento de transición a la instauración de un nuevo régimen político, cuya configuración está centrada en la transformación.

Es más, la tesis del primer capítulo de Historias conceptuales discute la modernidad, porque este concepto “es central para entender cómo se da el paso de un antiguo régimen al nuevo, que está atravesado por una transformación del sentido del tiempo”.

Después, dijo, se confundió el término “modernidad” con “modernización”, “desarrollo”, que tienen que ver con la aplicación y el despliegue de tecnologías, como el ferrocarril y la industria.

“La modernidad es el sustento, el trasfondo que nos explica cómo y en razón de qué somos y adónde vamos –es un poco la tesis que se plantea en el libro–, un reconceptualizar el término modernidad, ponerlo en su elemento y entonces ver qué es lo que pasa después.”

Remarcó que planteamientos como el de ser un país con una modernidad fallida sólo reafirman la comprensión de una historia como destino negativo; “tiene implicaciones la manera en cómo podemos nosotros leernos, en cuanto a cómo situarnos hacia adentro y luego en relación a los de afuera”.

Retomó que México, al igual que otros constituidos como países soberanos en el siglo XIX, está a la par de cualquiera, sea o no europeo, porque todos vivieron similares condiciones en sus inicios.

Al mismo tiempo subrayó que con su libro busca documentar a partir del análisis del lenguaje de los contemporáneos de 1750 al 1850, “observar que ellos están viviendo la angustia de estar entrando en un mundo desconocido completamente, en donde ignoran el término de sus acciones”.

Incluso, “si leemos las discusiones en las cámaras y en el parlamento o en los periódicos, van ustedes a palpar esa angustia en esos sujetos, eso significaría que tal vez nos estamos acercando un poco más a la experiencia de vida de quienes estuvieron en aquella época, más allá de los calificativos, de las evaluaciones que la historiografía va a fabricarse, sobre todo a partir de la segunda mitad del XIX, que es el canon del liberalismo”.

El Seminario de Historia Intelectual/Historia Cultural es coordinado por Rogelio de Mora, Elissa Rashkin y Mayabel Ranero. Ésta fungió como moderadora del evento, mismo que se desarrolló el 19 de junio.

Por: Karina de la Paz Reyes Díaz