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El Financiero

El Metro cumple este miércoles medio siglo de vida. El Sistema de Transporte Colectivo (STC) mueve a través de sus más de 190 estaciones a más de 4 millones de pasajeros al día.

Pero hace 50 años, el Metro, como todos en la Ciudad de México lo conocemos, inició con apenas 16 estaciones. Fue el 4 de septiembre que el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, con la intención de que la ciudad tuviera un sistema de transporte de primer mundo, inauguró el primer tramo de este transporte, que iba de la estación Zaragoza hasta Chapultepec.

Fue precisamente en esta última estación donde los trabajadores encargados de la obra dieron el ‘taladrazo de salida’ de los trabajos, en la esquina de la avenida Chapultepec y la calle Bucareli, de acuerdo con el STC.

La ceremonia ‘formal’ del inicio de los trabajos la encabezó Alfonso Corona del Rosal, regente del entonces Distrito Federal, el 19 de junio de 1967.

Para completar sus entonces 12 mil 660 kilómetros de longitud, el Gobierno federal de ese entonces hubo de invertir más 27 meses de construcción, de junio de 1967 a septiembre de 1969.

En el camino, los trabajadores se encontraron vestigios como la pirámide de Ehécatl, ese montículo de color grisáceo que seguramente has visto en varias ocasiones cuando transbordaste en la estación Pino Suárez.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) explica que este adoratorio al dios mexica del viento fue una de las tantas estructuras afectadas por la construcción del Metro, “que no podía detener el avance de sus obras en aras del desarrollo”. Según el Instituto, esta estructura data del año 1400.

Otro hallazgo del INAH durante la construcción de esta línea fue el del ‘Hombre del Metro Balderas’.

Este cráneo, que los especialistas calculan tiene 11 mil años de antigüedad, está en poder del instituto.

Otro objeto encontrado fue ‘la Coatlicue del Metro’, apodada incorrectamente porque en realidad el objeto hacía referencia a Tlaltecuhtli, la diosa de la Tierra.

Esta pieza, que fue recuperada en el cruce de Izazaga e Isabel la Católica, está labrada en piedra y mide casi un metro 20 centímetros de altura, con un peso mayor a los 500 kilogramos.

De hecho, los trabajos realizados para esta línea, que cruza el Centro Histórico y, por lo tanto, la zona donde estuvo edificada la antigua Tenochtitlán, permitió recuperar hasta 13 mil piezas, dijo el arqueólogo Raúl Arana al INAH.

Arana fue uno de los integrantes del equipo que estuvo en los primeros trabajos de salvamento arqueológico que hizo el instituto entre 1967 y 1969.

El arqueólogo señaló que en estas actividades se detectaron restos de muros, adoratorios y altares. De los últimos, algunos fragmentos con estuco y pintura mural fueron rescatados y fueron entregados al Museo Nacional de Antropología para su resguardo.

Con información del Sistema de Transporte Colectivo y el Instituto Nacional de de Antropología e Historia.