“Desde el arte también se puede resistir, no sólo desde las calles, puede ser un hilo conductor para la reflexión”.
José Andrés Santiago y Jimena Ortiz hablaron sobre el artista oaxaqueño Francisco Toledo.
Paola Cortés Pérez.
José Andrés Santiago Martínez, originario de Oaxaca y estudiante de la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana (UV), expresó que Francisco Toledo les enseñó a resistir y agregó que para entenderlo es importante ver sus dos vertientes: el de artista y el de activista.
Al participar en el conversatorio “Francisco Toledo y los 43 de Ayotzinapa”, organizado por las facultades de Sociología y Filosofía el jueves 26 de septiembre en la Unidad de Humanidades, el estudiante universitario mencionó que la resistencia que Toledo mostró ante grandes franquicias como McDonalds, enseñó a los oaxaqueños que tienen una voz para resistir.
“Oaxaca se ha convertido en una ciudad de resistencia, lo hemos aprendido de él; la gráfica no está en las grandes galerías sino en las calles de la ciudad y desde que se llega puede observarse la resistencia en todos lados.”
Destacó que desde el arte también se pude resistir, no sólo desde las calles. El arte puede ser un hilo conductor de reflexión para las poblaciones, porque el arte no sólo es bonito para tener en la casa, también es crítico y puede lanzar cuestionamientos.
José Andrés dijo que una gran labor de Francisco Toledo fue crear y abrir espacios para la reflexión y la crítica contemporánea, uno de ellos fue el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), museo-biblioteca inaugurado en noviembre de 1988 y los principales temas que abarca son: pintura, gráfica, dibujo, arquitectura, escultura, arqueología, diseño, bibliofilia, textiles, cerámica, arte popular, fotografía, cinematografía y literatura.
Cuenta con cinco salas de exhibición, tres de biblioteca, un patio central decorado con bellas plantas y el café IAGO; en este recinto se aloja una de las colecciones de artes gráficas más importantes de Latinoamérica.
“Él era una persona humilde que iba por las tortillas, te saludaba, te daba la mano; todo lo que hizo propició que varias generaciones de artistas emigraran a Oaxaca y desde el mismo estado; creó la crítica, la reflexión y la producción de nuevos artistas.”
En tanto, Jimena Ortiz Benítez, de la Galería de Arte Contemporáneo del Instituto Veracruzano de la Cultura (Ivec), comentó que la gráfica ha tenido una fuerte presencia política en el país, por dos cuestiones: se elabora en comunidad y tiene “pies ligeros”, es decir, puede darse y distribuirse rápidamente; son obras de arte colaborativas y comunitarias.