Lugar:
Fuente:
Universidad Veracruzana

 Algunos directores talentosos y con cierto toque de genio han impreso huellas imperecederas en la historia del cine, aprovechando los adelantos tecnológicos para encauzar renovaciones genéricas que la misma industria ha alentado en su estrategia de consolidación del mercado internacional. Mientras Alfred Hitchcock innovó en la técnica cinematográfica, integrándola a narraciones asombrosas, Stanley Kubrick empleó su talento y visión perfeccionista en el tratamiento de los géneros, subvirtiendo sus códigos.

Esta semana el ciclo Stanley Kubrick, programado en diciembre por el Departamento de Cinematografía de la Universidad Veracruzana, oferta dos obras que visibilizan la evolución de Kubrick en el uso de la técnica y la narración. Mientras Doctor Insólito o Cómo aprendí a no preocuparme y amar la bomba (Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, Reino Unido-Estados Unidos, 1964) se convirtió en una parábola oportuna sobre los riesgos de una hecatombe nuclear, Barry Lyndon (Reino Unido-Estados Unidos, 1975) resultó una adaptación impecable de la Francia del siglo XVIII en la que los rasgos de verosimilitud del periodo retratado, llevaron al uso de la luz natural y no artificial en la planificación fotográfica.

El miércoles 11 de diciembre se proyecta Doctor Insólito o Cómo aprendí a no preocuparme y amar la bomba, una comedia arrebatadora que ubicó la visión del cineasta en un momento de crisis planetaria, cuando la Guerra de los misiles a principios de los sesenta del siglo XX estuvo a punto de desatar una confrontación nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética.

Hecha poco después de una enorme tensión en plena Guerra Fría, Kubrick aplicó un humor negro con rasgos de gran guiñol, evidenciando el protagonismo irrisorio de políticos y militares que, en un santiamén, podían cambiar el destino de la humanidad. Para lograr visos vitriólicos y caricaturescos, el cineasta de origen inglés dirigió a Peter Sellers en tres papeles que pusieron a prueba la enorme capacidad interpretativa del comediante. Cual melómano empedernido, al final de esta cinta el director acompañó imágenes apocalípticas con una canción afable y melodiosa de contraste furibundo.

En su momento, esta cinta obtuvo tres Premios BAFTA, un reconocimiento a mejor director por el Círculo de Críticos de Nueva York y un premio a mejor guión de comedia por el Sindicato de Directores.

Doctor Insólito o Cómo aprendí a no preocuparme y amar la bomba se exhibirá en el Aula Clavijero, ubicada en Juárez número 55, en el centro de la ciudad, a las 18:00 horas. La entrada es gratuita.

Por: Roberto Ortiz Escobar