Con la tesis de maestría “La construcción social del dolor. Análisis del caso Tierra Blanca, Veracruz: 2016”, Segundo Carmelo Padilla Cruz, egresado de la Maestría en Ciencias Sociales del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH–S) de la Universidad Veracruzana (UV), obtuvo el Premio “Arte, Ciencia, Luz” 2019 al mejor trabajo recepcional en el Área Académica de Humanidades.
El Licenciado en Filosofía por la UV actualmente se desempeña como docente en una institución de educación media superior y puntualizó: “Uno de los objetivos generales de esta investigación es que intenta hacer una memoria explícita de lo que representaron estos cinco jóvenes, algunos de ellos miembros también de nuestra Universidad”.
Explicó que la investigación se puede contemplar desde varios momentos: primero desde el punto de vista teórico, retomando aspectos metodológicos sobre el tema; el segundo momento es el aspecto histórico, elaborando una microhistoria sobre el problema de la violencia en México desde 2006 hasta 2016; un tercer momento es también el aspecto más sensible porque recae en las víctimas, como lo detallan los últimos capítulos, resultado del trabajo de campo que se realizó en la localidad de Playa Vicente, lugar de residencia de las víctimas.
La tesis aborda el caso de los cinco jóvenes que en un viaje de paseo al puerto de Veracruz fueron interceptados a su regreso por policías estatales adscritos a la zona de Tierra Blanca, quienes los detuvieron e interrogaron arbitrariamente para ser entregados después a una célula del crimen organizado que opera en la región y fueron asesinados cruelmente.
Su interés en el tema surgió desde 2015 cuando ingresó al posgrado: “Traía una fuerte intención de trabajar temas relacionados a la violencia, sobre todo porque en este instituto hay investigadores con experiencia en el tema”, entre ellos José Alfredo Zavaleta Betancourt, con 25 años de trabajo sobre seguridad pública y quien se convertiría en su director, al igual que Ernesto Treviño Ronzón, su co-director de tesis.
Seis meses después, precisamente el 11 de enero de 2016 se publicó en medios de comunicación el caso de Tierra Blanca; “entonces, tristemente al ver este estado y este país entregando malos resultados se gestó la idea, en pláticas con mi director de tesis”.
Recordó que éste es el segundo caso con mayor cobertura mediática en materia de violencia y el más documentado en época reciente, apenas por detrás del caso Ayotzinapa.
“El caso se vuelve emblemático de la desaparición forzada, en tanto hay documentación explícita que refleja –entre ella dos videos de circuito cerrado– la participación estatal en la detención de los cinco jóvenes.”
La investigación y el trabajo recepcional abarcaron 18 meses, “fue un trabajo arduo y duro al que se le dedicó bastante tiempo y participa de un análisis comparado porque tuve la fortuna de realizar una estancia de investigación en la Universidad de Antioquia, en Medellín, Colombia, una ciudad bastante alterada por el narcotráfico”.
En Medellín conoció a personas que trabajan temas de seguridad pública y derechos humanos, sobre todo a investigadores que trabajan seguridad humana.
“En Playa Vicente tuvimos la oportunidad de visitar dos veces al colectivo familiar de las víctimas, en particular con la familia Benítez Arroniz, quienes han tenido un papel fundamental en el desarrollo del caso y quisiera agradecerles públicamente porque este premio también es de ellos y reconoce la memoria de sus hijos porque, pese a que yo era un extraño, tuvieron a bien recibirme y se abrieron en términos de dolor, de intimidad y subjetividad.”
Recalcó además que hablar de la “construcción social del dolor” no implica un abordaje en términos objetivos, se refiere también a lo que subyace de las víctimas, “puede ser una lágrima, un recuerdo, un testimonio”.
En noviembre de 2018, Padilla Cruz volvió a Playa Vicente para presentar la versión final del trabajo a los familiares de las víctimas y recibió el permiso de colocar una copia de su tesis en el espacio que dedicaron las familias a los desaparecidos, ubicado en el solar de una de sus viviendas.
“Pedí como favor a uno de los familiares que esta tesis estuviese ahí, porque no solamente fue un trabajo para obtener un grado, sino que platicando con ellos y compartiendo su dolor, automáticamente te vuelves parte del dolor de ellos.”
Para el galardonado, la convocatoria al mejor trabajo recepcional comenzó en 2015 cuando ingresó al posgrado y comenzó a investigar su trabajo, “siempre quise hacer un trabajo digno, con los elementos básicos de un buen trabajo de investigación”.
En julio de 2019 envió su tesis al concurso y resultó ganador en su categoría, por lo cual expresó: “Me siento muy contento y nos llena de orgullo haber preparado este material y entregarlo a nuestra Universidad Veracruzana”.
Por: David Sandoval Rodríguez