Hace 20 años, Jon Rubin, académico de los Estados Unidos, planteó a sus superiores la incorporación de la tecnología en la enseñanza para impartir cursos en línea y poder conectar con universidades de otros países. En aquel tiempo había dudas sobre la viabilidad de este enfoque y si llegaría a desplazar a la experiencia de viajar al extranjero.
Esto no ocurrió, pero dio pauta a la creación de una plataforma en línea conocida como Collaborative Online International Learning (COIL), en la que profesores de dos países, dos idiomas y dos universidades diferentes comparten un mismo curso con validez para ambas instituciones.
Desde 2017 la Universidad Veracruzana (UV) ha trabajado con la plataforma COIL e incluso ha creado, bajo su supervisión, el curso Virtual International Collaboration (VIC), en beneficio de 133 de sus académicos y más de 600 estudiantes.
El pasado 20 de enero, Jon Rubin inauguró en la UV el “Taller sobre estrategias para promover y fortalecer la movilidad virtual en el nivel superior”, acompañado de las autoridades universitarias; posteriormente, concedió una entrevista a Universo.
¿Cómo podemos dimensionar en los estudiantes de la UV el impacto de la formación en línea que ofrece el COIL?
Es una pregunta difícil porque no tiene una respuesta específica. Cuando se habla en general de las habilidades blandas, de las habilidades interculturales y de otro tipo que no están basadas en cifras o datos concretos, los estándares de medición son difíciles de determinar, pero esto no significa que no ocurra el aprendizaje, sino que es difícil medirlo bajo los estándares actuales.
Lo que yo recomiendo, aunque esto implica un esfuerzo adicional, es realizar valoraciones previas respecto a los estudiantes. Hablar con ellos antes de comenzar el curso, involucrarlos a la mitad del mismo y volver a hablar con ellos al finalizar la experiencia, hacerlos pensar sobre lo que acabamos de experimentar, cuáles han sido sus hallazgos, sus descubrimientos.
Plantear este tipo de preguntas realza la experiencia misma porque en numerosas ocasiones los estudiantes están atareados haciendo varias cosas y no han dedicado un tiempo particular para pensar en la experiencia misma, qué fue lo más interesante, qué les dejó, dado que la reflexión permite una mejoría en la asimilación de la experiencia.
Estoy seguro de que existen las herramientas disponibles diseñadas específicamente para medir las competencias y habilidades interculturales, el desarrollo de una sensibilidad intercultural, para estudiar una metodología aplicable en el extranjero, así como la movilidad; algunas de ellas son aplicables también para COIL, pero diría que trabajar en este tipo de clases ofrece ventajas que muchas veces no son obvias.
En algunos casos los estudiantes toman los cursos con ciertos miedos, –aunque es muy fuerte decirlo así– de que no serán capaces de comunicarse en otro idioma o serán afectados en su estima porque trabajan con estudiantes que les imponen; por ejemplo, estudiantes mexicanos que se sienten intimidados por estudiantes de los Estados Unidos y creen que no son tan buenos. Obviamente esto no es verdad, pero puede ser una suposición, y cuando comienzan a involucrarse se dan cuenta que incluso pueden ser mejores.
Algunos de los estudiantes de Estados Unidos tienen ciertos estereotipos sobre los mexicanos y este involucramiento con ellos puede remediar la situación al descubrir que son igualmente capaces y competentes, o tal vez hasta mejores estudiantes, pero esto no es tan fácil de evaluar.
“Recuerdo que en mis inicios tenía un estudiante que gustaba de liderar la discusión y me preocupaba qué haría, cómo este alumno se está llevando mi clase, hasta que me di cuenta que era algo bueno”
¿El impacto en los estudiantes ocurre en un nivel más profundo?
Lo vemos más como un aprendizaje social que un aprendizaje de contenidos, esto significa involucrarse con personas que son diferentes a uno, tener la confianza de participar y permitirse ver de manera diferente. Por supuesto, el contenido debe estar ahí, como un marco de trabajo.
¿Implica este enfoque del programa COIL un cambio en la manera de pensar?
Sí, tanto en los estudiantes como en los profesores, y es importante que suceda en ambos porque trabajan todos los días de forma conjunta.
Los profesores tienen un particular punto de vista sobre la enseñanza y cuando trabajan en un curso COIL colaboran con otro profesor que probablemente tendrá otra forma particular de enseñanza, así que pensarán: “Yo tengo otra forma de enseñar. ¿Y ahora cómo haré con este profesor que prefiere prácticas a lecturas?”.
Es una manera en la que los académicos aprenderán nuevas técnicas y formas de presentar su currículum, pero ello no significa que el otro profesor sea mejor o tenga una mejor técnica, quizá sirva para abrir su mente a otras formas de enseñar, tal vez de escuchar mejor, porque no es lo mismo que un profesor o un alumno escuchen hablar de la internacionalización a que tengan que participar con un estudiante de otro país o deban hacer trabajos para un profesor en el extranjero. Lo asimilarán de una manera más profunda porque es una experiencia personal.
Este trabajo colaborativo permite a los académicos mejorar sus técnicas de enseñanza y aprender cosas nuevas para impartir sus clases; ellos aprenden a partir de este tipo de interacción, aunque no sea una práctica común en sus universidades.
De esta manera COIL puede fungir como una intervención porque en muchos casos están aprendiendo algo que no podrían haber logrado de otra forma; a algunos los puede sorprender, a otros tal vez les genere dificultades y los haga preguntarse: ¿por qué no enseñar así todo el tiempo?, y esto los haga acercarse al jefe de carrera, director de la facultad o al propio rector para decirles que quieren hacer las cosas de manera diferente. Éste no es siempre el camino más sencillo.
En la bienvenida al taller dijo que el elemento principal de COIL es la colaboración entre todos los interesados, sin considerar jerarquías, ¿podría ahondar al respecto?
Por un lado, es algo muy emocionante, pero también puede alterar las prácticas habituales en las universidades. Algún profesor podrá decir: “¿Mis estudiantes guiarán la discusión? ¡Dios mío!”.
Recuerdo que en mis inicios tenía un estudiante que gustaba de liderar la discusión y me preocupaba qué haría, cómo este alumno se estaba llevando mi clase, hasta que me di cuenta que era algo bueno; al principio me espanté pero con el paso del tiempo aprendí que era algo que no interfería con mi clase.
Mencionó que hace 20 años su directora tenía dudas sobre utilizar la plataforma tecnológica para la enseñanza en línea, ¿cómo ha cambiado esto a partir de su experiencia?
Bueno, antes que nada, no ha cambiado del todo y debo aclarar que está bien que así sea. La movilidad física es muy importante y debe quedar claro que la plataforma COIL o la movilidad virtual no sustituyen a la experiencia real de viajar al extranjero.
En realidad son experiencias diferentes y hay que ser cuidadosos para no confundirlas; lo cierto es que ahora todos estamos inmersos en la tecnología y vivimos en una cultura que está presente en nuestra interacción en línea, sin importar si somos mexicanos o estadounidenses o de cualquier otra parte del mundo.
Una parte de nuestra cultura proviene de Internet, pero no lo consideramos así porque gradualmente estamos creando una red a nuestro alrededor con personas que piensan como nosotros, aunque vivan en África o Australia; nos comunicamos con ellos y debemos de examinar este comportamiento. Pensemos por un momento: si solamente conversamos con personas como nosotros, entonces no estamos realmente viendo el mundo.
Por ello, lo que COIL puede hacer es acercarnos y desplazar estas barreras, porque en Facebook no hablo con quienes son diferentes a mí, pero ¿por qué? No implica el hecho de viajar sino de tener experiencias con personas que piensan diferente a nosotros, y reflexionar sobre estos temas es un buen punto de partida.
Por: David Sandoval Rodríguez