El último tlatoani mexica, aquel mítico personaje de la historia del México antiguo, quien atestiguó la caída de uno de los imperios más fascinantes de la historia mundial: Tenochtitlán; pero no solo fue testigo, sino que defendió a capa y espada incluso sin importar perder la vida.
Cuauhtémoc nació en Tenochtitlán a finales del siglo XV durante el año 10, conocido como el año del conejo, hijo del ‘Huey Tlatoani’ Ahuizotl, desde ese momento fue predestinado a ‘ser un ave y a los campos de batalla’. Durante su juventud, estudió diversas disciplinas que le llevaron a adquirir capacidades acordes con la alta esfera a la que pertenecía.
Existen varias acepciones para ‘Cuauhtémoc’, como ‘Ave que baja tras su presa’ o el más popular y mayormente aceptado ‘Águila que cae’. En entrevista vía telefónica para Excélsior, el divulgador y cronista Enríque Ortíz García, apuntó que el significado de Cuauhtémoc puede ser “El Sol que desciende, porque el águila era la representación totémica de Huitzilopochtli, ya que era un ave solar. Es altamente probable que el nombre aluda al Sol que desciende: el Sol que se pone”.
La llegada de los conquistadores españoles al territorio de Anáhuac representó el gran declive, principalmente para la imponente ciudad de Tenochtitlán, capital del imperio Azteca. El avance de la expedición española se dio desde lo que hoy es Veracruz, pasaron por diferentes pueblos para formar alianzas con totonacas y tlaxcaltecas y con ello culminar los planes de conquista del llamado ‘Nuevo mundo’ al mando del explorador Hernán Cortés.
Moctezuma, entonces Emperador Azteca, recibió a Cortés y los españoles con los brazos abiertos ofreciéndoles regalos y grandes cantidades de oro con lo que buscaba expulsarlos de su territorio. Sin embargo, los conquistadores aprovecharon la oportunidad para apresar a Moctezuma y hacerse de los tesoros existentes en la gran urbe prehispánica.
Después de una matanza perpetrada por soldados españoles, ordenada por Pedro de Alvarado, en el templo mayor durante la celebración de Tóxcatl, en la que participaba gran parte de la población para venerar a Tezcatlipoca y Huitzilopochtli, la turba enardecida se reveló contra Moctezuma por la poca acción implementada por este para expulsar a los ibéricos de tierras aztecas.
Aunque existen diversas versiones de la muerte del tlatoani Moctezuma, una de ellas dice que los pobladores de Tenochtitlán, desconociéndolo como rey, le arrojaron piedras ocasionándole la muerte al tratar este de calmar los ánimos ocasionados por la matanza. Esto ocasionó un enfurecido ataque en contra de los invasores quienes al verse derrotados huyeron de Tenochtitlán en el episodio llamado ‘la noche triste’; existen versiones que indican la participación de Cuauhtémoc en la matanza de españoles. Ante la muerte de Moctezuma, se eligió a Cuitláhuac como nuevo líder defensor de la ciudad de la invasión. Su gobierno duró casi ochenta días, después murió al contraer viruela.
Sublevación, captura y muerte
Entre los nobles mexicas que se opusieron a los españoles desde un inicio se encontraba Cuauhtémoc, primo del mismo Moctezuma y líder del mando militar de Tlatelolco. El joven tlatoani se dispuso a tomar el lugar de Cuitláhuac para defender la gran Tenochtitlán. La bravura del nuevo tlatoani hizo crecer la confianza entre los mexicas pues era bien conocido su espíritu guerrero.
Al conocerse la contraofensiva que llevarían a cabo los españoles, Cuauhtémoc emprendió de inmediato una importante campaña para reunir un amplio ejército aliándose incluso con antiguos grupos enemigos. Con todas las cartas sobre la mesa, el tlatoani rechazó cualquier negociación de parte de Cortés. Ante esto, los conquistadores sitiaron la ciudad de Tenochtitlán lo que propició la huida de Cuauhtémoc y los mexicas hacia Tlatelolco donde les esperaba una lenta agonía ocasionada por la falta de alimento, sin embargo, los altos mandos militares mexicas no se rindieron.
El más grande imperio de Mesoamérica estaba en su declive y la suerte del tlatoani estaba tendida de un hilo. A principios de agosto de 1521, Cuauhtémoc fue atrapado mientras intentaba escapar junto con su familia. Al respecto, Ortíz comenta: “Según las fuentes del siglo XVI, Cuauhtémoc va en una canoa y es capturado en medio de la laguna. Al parecer él escapa hacia el norte. La tradición oral comenta que donde capturan a Cuahtémoc lleva el nombre de Tequipeuhcan, considerado como el lugar donde empezó la esclavitud. Actualmente, existe una capilla en ese lugar, en la calle de Tenochtitlán 111 en el área de Tepito”, señaló el experto.
Algunas versiones indican que antes de dejar Tlatelolco, Cuauhtémoc dejó un discurso a los denominados ‘Teoteculli’, quienes eran personas a cargo de todo lo sagrado, en el escrito, el tlatoani se despide de todo y de todos. Una nota de Excélsior de 1977 muestra la primera versión del texto íntegro, mismo que dio a conocer Francisco J. Sánches:
““Nuestro sol se ha ocultado, nuestro sol se perdió de vista y nos ha dejado en completa oscuridad. Pero sabemos que volverá; otra vez saldrá y nuevamente nos alumbrará. Pero mientras permanezca en la mansión de la muerte, reunámonos violentamente, estrechémonos y ocultemos en el centro del corazón todo cuanto amamos y consideramos como un tesoro. Destruyamos nuestros recintos para pensar, nuestros templos, nuestras escuelas, nuestros campos de pelota, nuestras casas para jóvenes, nuestras casas de canto. Queden desiertas las calles y encerrémonos en nuestros hogares; ahora no sabemos hasta cuando saldrá nuestro nuevo sol. Los padres se encargarán de la enseñanza, el padre con sus hijos y la madre con sus hijas mientras vivan, padres y madres que no olviden decirles o informarles a sus hijos como ha sido hasta hoy este nuestro querido Anáhuac, al amparo y protección de nuestros destinos y también por nuestro respeto y nuestro comportamiento que recibieron nuestros antepasados. Ahora nosotros ordenamos a nuestros hijos que no olviden también informar a sus hijos ¡Cómo será! ¡Cómo se levantará y alcanzará fuerza! Y como realizará su grandioso destino”. 12 de agosto de 1521. Traducido del náhuatl.” Excélsior, enero 12, 1977.
Ya prisionero de Cortés, fue sometido a tortura. El tesorero real Julián Alderete ordenó se le quemaran los pies a Cuauhtémoc junto con Tetlepanquetzal, para forzarlos a dar información acerca del paradero del oro. Al respecto, Ortíz refiere que se utilizó la técnica de ‘fuego manso’, “es una técnica en la cual se unta los pies o una parte del cuerpo con manteca o con grasa y se prende con fuego. Es una tortura que puede durar horas y la persona sometida no muere porque la grasa va desprendiéndose de los pies, que es lo que alimenta el fuego haciéndose que una flama muy pequeña sea lo que se mantenga prendida como una vela.”
Cortés se dirigió a la región de Honduras a controlar la rebelión de Cristobal de Olid, llevándose consigo a Cuauhtémoc junto con Tetlepanquetzal: los mató en el camino colgándolos de un árbol, presuntamente en un sitio cercano a Itzamkanac. Para Ortíz “hay muchas variantes sobre lo sucedido, pero al final Hernán Cortés decide sentenciar a Cuauhtémoc y a Tetlepanquetzal, y en algún lugar de lo que ahora es Campeche, en la zona arqueológica de ‘El Tigre’, actualmente municipio de Candelaria. Los cuelgan de una ceiba, que era un árbol sagrado de los mayas”.
A pesar de las inconsistencias sobre la fecha de la muerte del tlatoani entre 25 y 28 de febrero de 1525, simbólicamente se le ha rendido tributo el 28. La muerte de Cuauhtémoc significó la caída definitiva del imperio mexica establecido en Tenochtitlán a manos de los conquistadores españoles. Llamado por Ramón López Velarde como el ‘joven abuelo de México’, Cuauhtémoc es una la más notable figura en la historia de México y sus luchas.
Restos y grandeza
Algunas teorías refieren que el cuerpo del último tlatoani fue trasladado a Ichcateopan; la ruta consistió en Oculilan, Olinala y Malinalco, fue sepultado en el cementerio privado de su abuelo. En 1529 sus restos se trasladaron a la iglesia de Santa María de la Asunción, Ichcateopan, Guerrero. Donde la investigadora Eulalia Guzmán encontró en 1949 lo que parecían ser los restos del tlatoani defensor de Tenochtitlán. Años después, se emprendieron diversas campañas por parte del gobierno para esclarecer la identidad de dichos restos sin éxito alguno. Hasta la fecha, sigue vivo el misterio sobre el paradero del último emperador Azteca.
Para Ortíz, tras la muerte del último tlatoani mexica, su nombre, así como la gesta de Cuitláhuac cobran relevancia durante finales del siglo XIX, durante el porfiriato: “Recordemos que en aquel momento se trata de exaltar los valores y las hazañas de las antiguas culturas mesoamericanas porque se busca una identidad propia en todos los ámbitos. Posteriormente durante los gobiernos posrevolucionarios se buscan símbolos e historias para amalgamar de esa identidad entre la población”, señaló.
“Hay que darle su justa proporción como el defensor de los mexicas durante los últimos días de Tenochtitlán; joven valeroso que al saber que se hará cargo de la defensa de Tenochtitlán está prácticamente firmando su sentencia de muerte: debe ser recordado por esta gesta heroica”. Enríque Ortíz García, divulgador.
Con la consagración de la conquista, el nombre Cuauhtémoc fue desvirtuado, sin embargo, muchos historiadores de la época reconocieron las virtudes del joven mexica que luchó hasta el final por su pueblo; dio su vida no como rendición, sino como sacrificio por su pueblo, en honor de aquel Sol que algún día volverá.