Los obispos de la Provincia Eclesiástica de Xalapa manifestaron su preocupación por la situación que se vive ante la pandemia del COVID-19 y anunciaron que las eucaristías se celebrarán de manera privada aunque los templos seguirán abiertos.
En un documento firmado por los prelados explican que, ante la preocupante contingencia sanitaria por la pandemia del COVID-19, que está creciendo día a día, es importante que los templos permanezcan abiertos en los horarios habituales para las expresiones de fe de la gente en sus visitas al Santísimo y para la oración personal, siempre y cuando se mantengan las condiciones de prevención sanitaria y se lleven a cabo de manera correcta.
Expone que el sacramento de la Eucaristía que es el centro y culmen de la vida cristiana se seguirá celebrando todos los días en los templos para pedir,en comunión espiritual que Dios tenga misericordia de nosotros y del mundo entero.
Sin embargo, dada la situación de emergencia sanitaria por el COVID-19, consideraron que es necesario cambiar la modalidad de su celebración y participación para no exponer la salud de nuestros feligreses, especialmente la de los más vulnerables.
“Por lo tanto, pedimos a todos los sacerdotes que celebren la Eucaristía todos los días en forma privada, a partir de hoy y hasta nuevo aviso, pero teniendo en cuenta las intenciones de sus feligreses y comunidades, así como las necesidades del mundo entero”.
Por lo anterior, explican que, mientras dure esta contingencia, los fieles están dispensados de la obligación de la Misa dominical y de precepto (cfr. CIC 87 §1).
“Pedimos también que, en la medida de lo posible, estas celebraciones se trasmitan por las plataformas digitales y los medios de comunicación, públicos o privados, para que los fieles se unan espiritualmente a los misterios de nuestra fe”.
Así, invitaron a las familias para que venzan la globalización del COVID-19 con la globalización de la oración, ya sea en forma privada, en las iglesias o en los hogares que son una iglesia doméstica.
“El camino cuaresmal como camino hacia las fiestas de la Pascua es tiempo de conversión, de penitencia, de ayuno, y de oración”, dicen.
Plantean que se está en una gran oportunidad de comprender mejor lo que es adorar al Padre en espíritu y en verdad y de redescubrir el poder de la oración de intercesión mansa y humilde como el refugio y la medicina que cura no sólo las enfermedades del cuerpo, sino también del alma.
“Nos unimos en oración a toda la iglesia y al clamor de todos los que sufren por la falta de trabajo y de salud. Pedimos diariamente a Dios por todos los enfermos para que Dios les dé la salud y también por todos aquellos que los atienden, ya sea en su casa o en los hospitales tratando de salvarles la vida”, refieren.