Sindbad Rumney-Guggenheim, el tataranieto de uno de los pasajeros fallecidos en el legendario Titanic, pudo ver los camarotes de su antepasado gracias a un nuevo documental de National Geographic, que se estrena esta semana.
El camarote B84 del millonario Benjamin Guggenheim fue arrancado de la sección principal del barco, cuando este se hundió el 14 de abril de 1912, y se encuentra bastante lejos del naufragio principal, a una profundidad de casi 4 kilómetros.
Sindbad pudo ver el camarote, donde su antepasado vivió los últimos momentos, en la pantalla de una computadora portátil que mostraba las imágenes captadas por las cámaras sumergibles, enviadas al lugar del naufragio por los documentalistas.
El magnate de la minería estadounidense, de 46 años, fue visto por última vez descansando en una tumbona, en compañía del ayudante Victor Giglio, bebiendo brandy y fumando cigarrillos mientras el barco se hundía.
“A todos nos gusta recordar las historias de él vestido con su mejor traje y bebiendo brandy para luego hundirse heroicamente”, cita Sunday Express al descendiente del millonario. “Pero lo que estoy viendo aquí, este metal aplastado y todo, es la realidad”, lamentó Sindbad, quien reconoció que ver “ese caos” ha resultado ser de “lo más traumático”.
HUNDIRSE COMO CABALLEROS
Benjamin Guggenheim —quien a sus 46 años era uno de los hombres más ricos de EU.— abordó el Titanic durante su escala en Cherburgo, al norte de Francia, junto a su amante, la cantante francesa Leontine Aubart.
El viaje en el transatlántico “más seguro del mundo” debía ser un viaje más para él, pero la noche del 14 de abril de 1912 comprendió que sería el último. El buque había chocado contra un iceberg en aguas del Atlántico Norte.
Tras poner a salvo a su amante y su criada, Benjamin se quitó el salvavidas que llevaba puesto y se dirigió a su cuarto junto a su empleado para cambiarse de ropa y esperar el final. Reportan que habría dicho antes de sentarse a fumar cigarrillos y beber brandy: “Nos vestimos con lo mejor y estamos dispuestos a hundirnos como caballeros”.
Casi dos horas y media después de la colisión el transatlántico británico desapareció por completo en el mar, llevándose consigo a mil 514 personas de las 2 mil 223 que iban a bordo.