Sandra Elizabeth Arellano Vázquez, egresada de la Licenciatura en Psicología de la Universidad Veracruzana (UV), recomendó a la población procurar la atención y cuidado de las personas de la tercera edad, grupo de mayor riesgo ante la pandemia por coronavirus, principalmente de aquellos que padecen una enfermedad crónico-degenerativa o alguna otra complicación que los aqueja.
“Debemos poner énfasis en ellos, darles importancia de vida y elevar sus niveles de optimismo”, resaltó.
Y es que, precisamente, enfocada en este sector poblacional, la egresada de este programa educativo (PE) en 2019 realizó su trabajo de tesis titulado “Apoyo social, optimismo, calidad de vida y afrontamiento en adultos mayores diagnosticados con enfermedades crónicas degenerativas”.
Comentó que una clase sobre psicología social le abrió un nuevo panorama de la realidad que enfrentan estas personas, así como la idea de indagar más acerca del envejecimiento poblacional que México ha sufrido.
Al respecto, mencionó que en nuestro país hay más de 13 millones de adultos mayores y Veracruz destaca como una de las cinco entidades federativas con mayor población de personas de la tercera edad.
De igual forma, existe entre dicho sector una alta prevalencia de enfermedades crónico–degenerativas, lo cual desemboca en trastornos de salud mental. Asimismo, son más susceptibles al riesgo de fallecer, perder su autonomía y limitaciones físicas.
Con este trabajo, que le permitió adentrarse a la investigación y formarse como profesionista y emplear muchos de los conocimientos adquiridos durante la licenciatura, logró percibir que tanto en México como en otros países hay pocos estudios relacionados con el aspecto psicológico de adultos mayores.
Casi todos se centran en la salud física y restan importancia a su aspecto mental. Por esta razón, quiso darle un enfoque positivo al estudio.
En 2017, como parte de la experiencia educativa (EE) Proyecto de Investigación, inició este trabajo bajo la dirección de Francisco Javier Rosas Santiago, académico de la Facultad de Psicología.
Después de elegir los instrumentos que fueran pertinentes para evaluar las variables, se contactó con instituciones que atienden población de adultos mayores, con el fin de que le permitieran desarrollar dicho estudio.
De estos organismos, resaltó el apoyo del programa para personas mayores de 65 años de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), del Centro de Rehabilitación e Inclusión Social de Veracruz (Crisver) y del Centro de Salud “Gastón Melo”.
De esta forma, logró reunir a un total de 186 participantes mayores de 60 años y con una enfermedad crónico–degenerativa, aunque también incluyó a otras personas que no pertenecían a estas instituciones, con el propósito de que la muestra fuera más amplia.
Tras explicarles el objetivo de la investigación, se revisó que todos cumplieran con los criterios de inclusión y, posteriormente, se aplicaron los instrumentos basados en cuatro variables: apoyo social, optimismo, calidad de vida y afrontamiento.
Con base en los resultados obtenidos se encontró que la población de adultos mayores que vive en albergues y asilos es la más afectada pues se perciben con menos apoyo social.
También fueron los menos optimistas, mostraron desventajas en cuanto a calidad de vida. Por otra parte, no son aptos para resolver problemas o enfrentar situaciones de enfermedad.
De igual manera, quienes padecen artritis son los que menos buscan estrategias de afrontamiento y tienen menos índices de optimismo.
Contrario a esto, los adultos mayores con cáncer mostraron más optimismo, fue algo que no esperaban encontrar. Para explicar lo anterior, algunos autores dicen que ser consciente del padecimiento los ayuda a desarrollar emociones de afrontamiento que se pueden traducir en positivas. Además, influye la presencia y el apoyo de la familia.
Otros resultados dieron cuenta que lsa personas mayores de 80 años están más afectadas que quienes apenas inician esta etapa de su vida. De igual forma, quienes tienen mayor escolaridad muestran una mejor adaptación a su enfermedad, en comparación con los que no tienen estudios.
En este sentido, cabe resaltar que a un número considerable de los participantes se les ubicó en el nivel mínimo de escolaridad; y no hubo un adulto mayor con alto nivel socioeconómico, algunos pertenecen al medio alto y la mayoría al bajo y medio bajo.
Asimismo, los que reciben su diagnóstico de enfermedad son más apoyados por su familia, pero con el tiempo todo cambia y dejan de percibirlo.
La psicóloga expresó que esta investigación también arrojó que además de enfrentarse a los cambios de su envejecimiento, las personas de la tercera edad deben afrontar las adversidades propias de su enfermedad crónica-degenerativa.
En resumen, dijo, el estudio permitió conocer aspectos tanto positivos como negativos que deberían ser retomados por las instituciones encargadas de su atención.
“Pueden poner más atención en involucrar a la familia, explicarles la importancia del apoyo social que requieren para enfrentar su enfermedad y adaptarse mejor a esos cambios.”
Por tanto, a pesar de que el optimismo no influyó en todas las variables, reiteró la importancia de elevar sus niveles pues les genera buenos resultados en torno a su enfermedad y una perspectiva positiva en cuanto a su entorno.
Finalmente, Sandra Elizabeth Arellano compartió que la investigación representó para ella un verdadero reto y la sensibilizó ante la desventaja y vulnerabilidad enfrentada por este sector.