Para el profesor-investigador de la Universidad Veracruzana (UV), José Luis Castillo Hernández, es necesario impulsar una política de estado que atienda los determinantes sociales de la obesidad y establezca políticas públicas que limiten a la industria en la generación de alimentos ultraprocesados.
El Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud de México, Hugo López-Gatell Ramírez, ha señalado en varias ocasiones, durante su informe técnico diario de la pandemia Covid-19, la vulnerabilidad de la población con una salud crónicamente deteriorada.
Ha hablado de la magnitud de la epidemia de obesidad, sobrepeso, diabetes y con ellas el conjunto de enfermedades crónicas –como la hipertensión–. “Literalmente el sobrepeso nos pesa”. Para dar una idea, el funcionario federal precisó que 300 mil muertes al año están relacionadas con una mala alimentación.
En ese contexto habló José Luis Castillo, quien tiene a su cargo la presidencia del Consejo Directivo de la Red Mexicana de Universidades Promotoras de la Salud (RMUPS) –para el periodo 2018-2020–, profesor de tiempo completo de la Facultad de Nutrición de la UV y ex director de la misma.
Para enfrentar esta pandemia o cualquier otra, antes que ventiladores, hospitales, laboratorios y una vasta plantilla de profesionales de la salud, ¿deberíamos ser una sociedad sana?
El paradigma de atención a la salud está basado en la atención de la enfermedad, lo cual se ve reforzado por la formación de recursos en esta disciplina, siendo que se ha reconocido la importancia de los determinantes sociales en la salud de la población, dentro de los cuales debemos destacar:
El contexto socioeconómico y político –la gobernanza, políticas públicas y sociales, valores sociales y culturales–; condiciones de vida y de trabajo de las personas–desempleo, ambiente laboral, educación, acceso a bienes y servicios–; redes comunitarias y sociales, y estilos de vida del individuo.
Sin embargo, en México la salud de la población además de ser abordada desde un paradigma médico (curativo y asistencial), no es vista como uno de los propósitos del desarrollo económico ni del bienestar social, y se tiende a culpabilizar al individuo como responsable de su estado de salud (dados sus estilos de vida).
La ausencia de una política integral basada en el desarrollo humano, el bienestar social y la disminución de las inequidades sociales ha traído consigo una sociedad enferma, con una enorme carga insostenible económica y socialmente de las enfermedades crónicas no transmisibles asociadas al sobrepeso y obesidad (síndrome metabólico).
Pasado el “ojo del huracán” del Covid-19, ¿en México sería prioritario atender la epidemia de la obesidad y el sobrepeso? ¿De qué manera?
La epidemia del sobrepeso, la obesidad y las enfermedades crónicas son un enorme factor de riesgo durante esta pandemia de Covid-19.
La Dirección General de Epidemiología emite diariamente informes y comunicados técnicos en donde identifica como grupos de mayor vulnerabilidad a personas mayores de 60 años, mujeres embarazadas, personas que padezcan alguna enfermedad crónica o debilitante del sistema inmunitario.
Entre las comorbilidades relacionadas con las defunciones por Covid-19 están: hipertensión, diabetes, obesidad, tabaquismo, enfermedades pulmonar obstructiva crónica y cardiovascular, insuficiencia renal crónica, inmunosupresión, asma y VIH-SIDA.
En los lineamientos para la atención clínica del paciente con Covid-19, entre otros factores se señala a las personas con obesidad entre los grupos de mayor riesgo para las complicaciones del padecimiento.
Por consiguiente, es necesario impulsar una política de estado que atienda los determinantes sociales de la enfermedad, que establezca políticas públicas que limiten a la industria alimentaria en la producción de productos ultraprocesados (PUP).
Éstos contienen gran cantidad de azúcares, grasas, sal, aceites hidrogenados, almidones modificados, aditivos como estabilizadores, conservadores, potenciadores del color, sabor y aroma, utilizados con el objetivo de aumentar las cualidades sensoriales de los alimentos naturales o para ocultar las cualidades no atractivas del producto final.
Los PUP, por su alto contenido combinado de sal, azúcares y grasas, son sumamente adictivos y contribuyen enormemente a la epidemia de sobrepeso y obesidad.
¿Hay una “llave mágica” para evitar el sobrepeso y la obesidad en población infantil y adulta?
Para el combate al sobrepeso y la obesidad, la Organización Mundial de la Salud recomienda régimen alimentario y activación física; sin embargo, estas recomendaciones son simplistas, pues el llevar a cabo física y económicamente un régimen alimentario saludable no depende únicamente de la accesibilidad de las personas a él.
Depende también de otros determinantes relacionados con la seguridad alimentaria (como la producción, distribución y comercialización). Es necesario contar con una política de estado del más alto nivel, en donde se combatan todos los determinantes del sobrepeso y la obesidad.
Para el caso del incremento de la actividad física en la población, la modernidad nos ha convertido en una sociedad cada vez más inactiva, en donde las extensas jornadas laborales y escolares, la digitalización, los medios de comunicación y los entornos sociales desempeñan un papel fundamental
¿Algo más que le interese añadir?
La UV, a iniciativa de la rectora Sara Ladrón de Guevara, implementó una campaña contra el sobrepeso y la obesidad, convirtiéndose en la primera y única universidad en adoptar estas estrategias (cuyo nombre es “A quitarnos un kilo de encima, la familia y la UV nos necesitan”).
En adición a lo anterior y en virtud del quehacer de nuestra Universidad, Sara Ladrón de Guevara ocupa la presidencia de la RMUPS, lo cual representa un reconocimiento a su quehacer en la promoción de la salud en el contexto universitario.
Desde la presidencia de la RMUPS se ha trabajado compartiendo, diseñando e implementando programas, estrategias y acciones en favor de la salud de los universitarios afiliados a dicha red.