El investigador Odilón Manuel Sánchez Sánchez, adscrito al Centro de Investigaciones Tropicales (Citro) de la Universidad Veracruzana (UV), participó como autor en el libro El piñón mexicano no tóxico (Jatropha curcas L): importancia y fundamentos prácticos para su propagación, siembra y cuidados, que tiene como propósito lograr el conocimiento, conservación y aprovechamiento del mismo.
En este texto publicado por Editorial del Instituto Literario de Veracruz, S.C., también participan como autores Ofelia A. Valdés Rodríguez, Jorge Martínez Herrera y Diana E. Sánchez Herrera.
Odilón Sánchez dijo que aún no hay fecha para su presentación, debido a la continencia sanitaria por el Covid-19; sin embargo, el texto puede ser consultado y descargado en el línea.
Contó que los autores participantes forman parte de un grupo dedicado al estudio integral del piñón mexicano no tóxico y se han integrado al mismo en distintos tiempos; por ejemplo, él empezó a trabajar esta especie a partir del año 2000, en el campo de la etnobotánica, aspectos agronómicos y genéticos. A la fecha, continúa trabajando y generando diversas publicaciones sobre el piñón mexicano no tóxico.
Explicó que el piñón (no confundir con el piñón que procede de Pinus cembroides u otras especies de pino) recibe el nombre técnico de Jatropa curcas (J. curcas), es una especie perteneciente a la familia Euphorbiaceae; se considera que México y Centro América es su centro de origen y de ahí se extendió de manera natural hacia otras zonas de América.
Comentó que J. curcus es considerada –en todos los países donde está– como una especie tóxica, ya que sus semillas contienen compuestos conocidos como ésteres de forbol, que ocasionan un efecto purgante cuando son ingeridos y pueden hasta causar la muerte con tan sólo comer tres semillas.
“Indudablemente esta característica anula completamente su uso directo como planta alimenticia, no obstante que la semilla escarificada posee un importante contenido de proteína y de lípidos.”
Desde hace por lo menos 20 años se ha reportado que en algunas localidades del norte del estado de Veracruz existe una forma de J. curcas, cuyas semillas son empleadas en la alimentación humana.
“Estudios realizados revelaron que dichas semillas se caracterizan por presentar niveles muy bajos de ésteres de forbol o bien no presentarlos, y esta forma no tóxica es la que se ha dado en denominar piñón mexicano; procede del Totonacapan y se ha extendido hacia otros estados del país como Puebla, Morelos, Quintan Roo y Campeche, entre otros.
“El trabajo etnobotánico nos ha permitido ahondar sobre el uso y conocimiento que los grupos étnicos y pobladores rurales poseen sobre este recurso. El trabajo de campo nos permitió poner en práctica los conocimientos sobre propagación, siembra y cuidados.”
Sin ser un cultivo formal en la agricultura mexicana, existe ya suficiente información para iniciar su cultivo; se estima que en el país existe un potencial para sembrar hasta cinco millones de hectáreas; en la industria alimenticia se puede aprovechar el alto contenido proteínico que contienen sus semillas, ya sea como alimento directo o bien procesado de distintas maneras.
“Podría funcionar como un elemento más de los sistemas de producción diversificados para complementar las economías familiares, para suplementar la cantidad de proteína requerida en la dieta diaria, así como proveer cantidades suficientes de aceite comestible a los habitantes de las zonas rurales, quienes podrían comercializar los excedentes, vendiendo la semilla directamente o dándoles valor agregado a través de su procesamiento artesanal.”
Por estas razones consideraron importante dar a conocer todas estas experiencias en este libro que ya está disponible para la población interesada, ya que es un patrimonio natural y cultural.
“Desde el año 2000 los autores de esta obra nos hemos dedicado a indagar sobre la propiedad comestible de esta forma no tóxica, elaborando una serie de investigaciones que tienen como propósito lograr el conocimiento, conservación y aprovechamiento integral de la J. curcas no tóxica.
”Esperamos que esta obra contribuya a despertar un mayor interés por parte de la comunidad científica y la sociedad en su conjunto para el estudio sostenido y conservación de nuestro piñón no tóxico.”
Por último, invitó a la comunidad académica a contribuir al estudio, rescate y prevención de muchas otras especies que, como el piñón mexicano no tóxico, forman parte del patrimonio natural y cultural, “es nuestra obligación y responsabilidad hacerlo para el beneficio de las generaciones presentes y futuras”.
Por: Paola Cortés Pérez