“Uso y control de la obsidiana en Mesoamérica”, el instrumental base de las antiguas sociedades de esa región para la vida cotidiana, guerras, culto, religión, rituales, ofrendas y más, fue el tema central de la sexta sesión del Webinario Internacional de Arqueología (WIA), organizado por la Universidad Veracruzana (UV) a través del cuerpo académico (CA) Arqueología del Paisaje y Cosmovisión.
El conversatorio se desarrolló el 2 de julio por las plataformas Facebook y Zoom. Participaron Alejandro Pastrana, director de Estudios Arqueológicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); Charles Knigth, del Departamento de Antropología de la Universidad de Vermont, Estados Unidos, y David Carballo, de la Universidad de Boston.
El interés del auditorio fue notorio dada la cantidad de preguntas planteadas a los ponentes después de presentar sus temas específicos, por ello la sesión fue de alrededor de dos horas y media y no descartaron una segunda charla sobre el tema, pues muchas inquietudes y comentarios se quedaron en el tintero.
David Carballo retomó el comentario de Alejandro Pastrana, en el sentido de que son muchos los investigadores extranjeros y pocos los mexicanos abocados al estudio de la obsidiana en Mesoamérica: “Llegamos desde Estados Unidos, de Francia y de otros lugares, en esos países no hay las ruinas de tamaño tan impresionante como en México”, admitió.
Pero citó el interés en el tema por profesionales o arqueólogos en ciernes del país, pues fueron muchas las preguntas que recibieron en el conversatorio –algunas también eran de personas extranjeras–, y deseó el inicio de una generación abocada al estudio de la lítica en México.
Pastrana, por su parte, subrayó que en la evolución del ser humano siempre que éste encontró obsidiana la usó; sin embargo, “posiblemente Mesoamérica es el lugar del mundo donde más tiempo y de manera más intensiva y diversificada se utilizó la obsidiana”.
Es más, dijo, como fenómeno histórico en ningún lugar del mundo se explotó, trabajó, distribuyó y utilizó durante tanto tiempo.
Citó las grandes civilizaciones de Mesopotamia, Grecia y Egipto, cuando descubrieron los metales no abandonaron la obsidiana, pero sí quedó como un material semiprecioso.
Por el contrario, dijo, en Mesoamérica se trató de algo especial y si el número de investigadores nacionales en la materia no corresponde a la importancia que tuvo, “porque Mesoamérica fue algo así como la meca de la obsidiana”, es por la falta de respaldo institucional.
“Las instituciones no aseguran a los estudiantes y profesionistas que puedan trabajar sobre el mismo tema durante mucho tiempo. Yo he tenido esa suerte y gracias al INAH mi proyecto –“Estudio de yacimientos de obsidiana”– este año cumple 40, en parte por necio.”
Sin embargo, consideró que en la zona que estudia, la Sierra de las Navajas en Hidalgo, dada su importancia, debería estar un vasto equipo de profesionales desarrollando investigación.
“Significa que Teotihuacán explotó por 500 años, los toltecas 200 o 300, luego la primera Triple Alianza y la segunda, y se explotó hasta el siglo XVII, XVIII, y se siguió utilizando.”
Es decir, la obsidiana siguió utilizándose en la Colonia durante mucho tiempo, insistió, porque los españoles no querían enseñarles a los indígenas a producir metal pues tenían miedo de que hicieran armas y se revelaran.
“La obsidiana, por lo menos, se siguió utilizando en el centro de Mesoamérica –para asuntos prácticos– hasta los siglos XVII-XVIII, pero en rituales, cultos, de brujería –hay relatos en oficios de la Santa Inquisición– yo creo que nunca se ha dejado de utilizar.”
Charles Knigth también encaminó un mensaje a los estudiantes de Arqueología cuyo interés específico es la obsidiana: “Por lo menos en México, ese interés por la lítica no termina en la obsidiana; no sabemos mucho de ésta, pero sabemos más poco del pedernal y se usó, por ejemplo en el Sur de Veracruz. No sabemos nada del pedernal, los yacimientos, de dónde viene. ¡Nada!”, y también tuvo su importancia y uso entre las antiguas sociedades.
De control, talleres y conocimiento geológico
Como parte de sus presentaciones, Charles Knigth habló del “Proyecto arqueológico Zaragoza Oyameles, Puebla, México” que él dirige. Concretamente, de la relación de este yacimiento de obsidiana y la antigua ciudad de Cantona, así como de los resultados de las dos últimas temporadas de campo.
“Tengo la idea de que en Zaragoza Oyameles se estaban fabricando navajas muy grandes para el consumo del centro ceremonial de Cantona, para el sacrificio, pero no era muy común. Pienso que sólo unos talleres estaban fabricando de esos macronúcleos.”
No obstante, en términos generales, dijo, todo parece indicar que no había control por parte de Cantona, pues no hay indicaciones de estructuras defensivas o acceso restringido a los flujos de obsidiana identificados, tampoco se identificaron lazos fuertes con aquella ciudad, a través de la cerámica, por ejemplo.
David Carballo habló de Teotihuacán y la obsidiana, su tema de investigación por alrededor de 20 años. Específicamente detalló dos talleres –verificados a través de excavación–, uno muy cerca de la Pirámide de la Luna y otro en las afueras de la antigua ciudad, en el barrio de Tlajinga, que está al sur del centro de poder.
El segundo es una clara muestra de producción intensiva y de alta calidad, pero también con evidencia de aprendizaje y una gama de productos más utilitarios. El primero era un taller estatal, como producto de impuesto laboral, y con un enfoque en los medios físicos (armas) y simbólicos de poder.
Alejandro Pastrana dio una vasta explicación del uso de la obsidiana en Mesoamérica y en particular habló de la Sierra de las Navajas, un yacimiento geológicamente diferente.
“Creo que es un yacimiento que presenta la minería más profunda en Mesoamérica; es decir, fue necesario hacer minería profunda para buscar la obsidiana y para encontrarla. Pero, la Sierra de las Navajas es obsidiana verde.”
O sea, se trata también del único yacimiento en Mesoamérica de obsidiana verde, que fue explotado por las sociedades más poderosas del centro de México –teotihuacana, tolteca y azteca–, cuyo aprovechamiento en forma, al parecer, lo inició Teotihuacán.
“En general, la Sierra de las Navajas posiblemente es el yacimiento que tiene la secuencia de explotación más larga en Mesoamérica, más intensa y cuya obsidiana se distribuyó ampliamente.”
La obsidiana fue importante en esta región, remarcó, porque se trató de instrumento y materia prima para esculturas y deidades, espejos y demás.
Ésta y los anteriores conversatorios puede consultarlos a detalle en el Facebook: WIA.UV