Lugar:
Fuente:
Universidad Veracruzana

  • Esto porque se deja de lado lo que sucede en municipios más pequeños y alejados.
  • Cumplimos la labor de visibilización de un tema que no se considera importante: Estela Casados. 

 

La atención a casos de violencia contra mujeres y población infantil no es prioridad en esta contingencia sanitaria.

 

 

Karina de la Paz Reyes Díaz. 

 A partir del resguardo domiciliario establecido dada la pandemia de Covid-19eObservatorio Universitario de Violencias contra las Mujeres (OUVMujeres) de la Universidad Veracruzana (UV) especifica en sus registros la violencia familiar o doméstica de la entidad. 

Cabe recordar que el OUVMujeres “presenta un análisis detallado de las violencias hacia aquellas que habitan la entidad veracruzana: homicidios de mujeres, feminicidios, desaparición femenina forzada y agresiones contra mujeres”. 

Una de sus actividades fundamentales es monitorear medios de comunicación (actualmente da seguimiento a 46) para registrar qué se escribe y difunde en torno a las violencias contra las mujeresLa información que sistematizan es obtenida de éstos, así como de portales oficiales de la Fiscalía General del Estado de Veracruz, comunicados de prensa de instancias oficiales y redes sociales. 

Desde el inicio de su labor, en 2017, los rubros son: Violencias, Desapariciones, Homicidios y Feminicidios. 

Al comenzar la Jornada Nacional de Sana Distancia, a finales de marzo, la coordinadora del Observatorio y profesora-investigadora de la Facultad de Antropología, Estela Casados González, expuso que “el hogar es uno de los sitios más inseguros para las mujeres. 

El Observatorio ha identificado 123 casos de violencia doméstica en el primer semestre del año: 25 en marzo, 20 en abril, 32 en mayo y 10 en junio. 

Además, presentan combinaciones de tipos de violencia familiar o doméstica: psicológica (VPS), física (VF), sexual, patrimonial y económica. Siendo la combinación de VPS/VF la de mayor frecuencia acumulada hasta julio. 

Estela Casados aclaró que la mayoría de los medios de comunicación están y dan cobertura a las grandes ciudades de la entidad, por lo que no se descarta un subregistro de la situación, pues se deja de lado lo que sucede en municipios más pequeños y alejados. 

Lamentó también que atender la violencia contra las mujeres, así como hacia la población infantil, no sea prioridad en esta contingencia sanitaria. Para muestra, citó que el Decreto de Austeridad del Gobierno Federal para atender la pandemia, afecta a partidas estratégicas para atender la problemática; por ejemplo, la red de las Casas de la Mujer Indígena o Afromexicana del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, que abarca 35 regiones del país. 

Si bien, ante la presión social, se determinó darles el 50 por ciento de presupuesto que inicialmente les habían designado, “es una serie de cosas que se aterrizan con pesos y centavos, más allá del discurso”. 

De acuerdo con ella, esto demuestra que el Estado mexicano históricamente no ha tenido un compromiso real presupuestal para con las mujeres en el país, en materia de violencia. 

Para la académica de la UV, las organizaciones de la sociedad civil que denuncian todo tipo de violencia y quienes desde la academia documentan la situación, cumplen con “una labor de visibilización de un tema que no se considera importante”. 

Y remarcó: “Creo que si ahorita se considera el tema como una piedra en el zapato o se le ha volteado a ver, es gracias a ese empuje, esta insistencia que no es de ahorita, sino de hace décadas, por lo menos desde los años setenta en el país, se ha estado visibilizando”. 

El asunto, dijo, es que de manera sumamente lenta el Estado mexicano, en sus tres niveles de gobierno, responde a la situación de violencia contra las mujeres y lo hace de forma “ineficiente, mediocre y muchas veces inoperante”. 

La violencia contra las mujeres se da en tiempos de paz y de guerra, pero en ninguno de los escenarios se dan castigos ejemplares, lamentó la académica.