- Samara Aguirre Melgarejo, de la Facultad de Biología, región Orizaba-Córdoba, realizó este estudio durante la pandemia.
- Utilizó datos de calidad científica de la plataforma NaturaLista, de ciencia ciudadana, de la Conabio.
- También establece que durante este periodo aumentó el número de observadores de aves.
Claudia Peralta Vázquez..
Es posible que la disminución de la actividad humana (antropausa) durante la cuarentena por Covid-19 haya tenido un efecto positivo en la actividad de distintas especies de aves urbanas; sin embargo, también ha sido visible el aumento en el número de científicos observadores de estas especies, cuyos datos fueron compartidos en la plataforma NaturaLista, de ciencia ciudadana.
Este planteamiento lo aborda la investigación realizada por Samara Aguirre Melgarejo, estudiante de la Licenciatura en Biología de la Facultad de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (FCBA) de la Universidad Veracruzana (UV), región Orizaba-Córdoba, quien utilizó datos de calidad científica de dicha plataforma adscrita a la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
El estudio es liderado por Guillermo Vázquez Domínguez, del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) campus Morelia, bajo la codirección de Ricardo Serna Lagunes, académico de la FCBA de Orizaba-Córdoba.
También colaboran en este proyecto Bibiana Montoya y Alejandro Ríos, investigadores del Centro de Biología de la Conducta de la Universidad Autónoma de Tlaxcala.
La elección del tema no fue fortuita, pues nace de una necesidad –a raíz de la presente pandemia– tras la restricción de las actividades académicas presenciales, de los laboratorios de investigación, y las salidas en campo.
La tesis de Samara buscaba plasmar los efectos de la sucesión forestal del bosque mesófilo de montaña en la diversidad de roedores, pero finalmente se decidió cambiarla por este tema titulado “¿La antropausa favoreció la actividad de aves en México? Una aproximación utilizando datos de ciencia ciudadana”.
Samara, quien planea defender su tesis a inicios del próximo año, destacó la pertinencia y el gran valor de la ciencia ciudadana para realizar investigaciones ecológicas, sensibilizar a la gente sobre los problemas ambientales y promover actividades de educación ambiental.
En su investigación plantea que los distintos factores estresantes asociados a la actividad humana como: ruido, tráfico vehicular, actividad pedestre, contaminación lumínica, entre otros, altera diferentes rasgos fisiológicos y conductuales de muchos animales, incluido el humano. Esto trae consecuencias negativas en su éxito reproductivo, dinámica poblacional, estructura de las comunidades, interacciones ecológicas y servicios ecosistémicos.
Explicó que la antropausa es el término que la comunidad científica le dio a la época de menor actividad humana durante el confinamiento por la pandemia de Covid-19, y representa una oportunidad única para estudiar el impacto humano en la fauna silvestre. Se considera un experimento natural de escala global.
Por ello, para este estudio se emplearon modelos lineales generalizados y así probar las hipótesis planteadas; asimismo, los datos fueron comparados con las cinco fases de la cuarentena propuesta por la Secretaría de Salud del gobierno federal.
De esta forma, sus primeros análisis mostraron que ambas variables incrementaron significativamente durante la antropausa en México, principalmente durante la fase 3 de la cuarentena; sin embargo, el cambio observado en el número de avistamientos de aves estuvo correlacionado con el número de observadores.
De acuerdo con Samara, las primeras interpretaciones muestran que la observación de aves fue una actividad socorrida durante la pandemia, posiblemente para mitigar los efectos del estrés producidos por el encierro voluntario. Aclaró que estos resultados son preliminares y deben interpretarse con reservas, ya que el efecto positivo de la antropausa en las aves también puede estar influenciado por otros factores ambientales.
Actualmente, la estudiante lleva a cabo análisis estadísticos más detallados y concentra los datos de 2018 y 2019 para compararlos con los de esta pandemia. “Queremos determinar si este cambio observado en las aves es un efecto de la antropausa o se debe a un cambio en la conducta de las personas”.
Guillermo Vázquez señaló que la ciencia ciudadana es un concepto que opera desde hace 25 años en el ámbito académico, y que puede aplicarse en cada rama y disciplina del conocimiento.
En un proyecto de ciencia ciudadana, las personas recaban los datos previa información, concienciación y hasta entrenamiento para almacenarlos y utilizar ciertos equipos o aplicaciones.
En cuanto a este trabajo, reconoció el dominio rápido por parte de su alumna, quien presentó los resultados preliminares en octubre pasado dentro del VI Congreso Nacional de Fauna Nativa en Ambientes Antropizados, organizado por diversas instancias.
“Estamos muy sorprendidos de la aceptación del proyecto y sobre todo de cómo los datos de ciencia ciudadana pueden ayudarnos a responder hipótesis científicas, en este caso con relativa facilidad, ya que son miles de datos y deben manejarse con mucho cuidado.”
Por su parte, Ricardo Serna dio a conocer que todos los proyectos de ciencia ciudadana están asignados a partir de convenios internacionales, entre aproximadamente 202 países comprometidos con tener un repositorio donde se acumule información generada en cada nación.
La Infraestructura Mundial de Información en Biodiversidad alberga toda esta información, de la cual más del 50 por ciento de los datos proviene de proyectos de ciencia ciudadana.
Toda esta información se encuentra disponible en cualquier parte del mundo y para cualquier persona, es por eso que los científicos hacemos uso de ellas para probar hipótesis sobre comportamiento, migración y otros aspectos biológicos de las especies en general.
El académico de la UV mencionó: “Guillermo y yo no somos especialistas en aves, así que para para sortear esta dificultad decidimos analizar los datos de 15 especies de aves de amplia distribución que pueden encontrarse en casi todo el país, tanto en el Golfo de México como en el Pacífico.
”Son especies que visitan o residen en áreas urbanas, de distintos tamaños, como palomas o colibríes, con una amplia diversidad de rasgos que nos facilitó obtener más de 14 mil registros.
”Desde el punto de vista estadístico, esto nos garantiza tener un modelo o prueba de hipótesis muy robusta que difícilmente será cuestionada al momento de publicar nuestros hallazgos.”