A cinco días de lo que ya no podrá ser un traslado pacífico del poder ejecutivo, se siguen ampliando las múltiples investigaciones sobre el asalto al Capitolio de la semana pasada -las criminales sobre los participantes, otras sobre el papel de legisladores que podrían haber colaborado en la intentona de golpe de estado, y otras por los fracasos en la seguridad del Capitolio- hecho que sigue sacudiendo a Washington y que ha llevado al despliegue de lo que podrían llegar ser 25 mil tropas de la Guardia Nacional y nuevas medidas de seguridad que hacen que partes de la capital luzca como una zona de guerra.
Este viernes, fiscales federales que están persiguiendo a los responsables presentaron argumentos iniciales ante un tribunal donde indican que algunos de quienes ingresaron al Capitolio tenían la intención de “capturar y asesinar a funcionarios electos”. Según el senador republicano Ben Sasse, los investigadores cuentan con evidencia de que algunos de los golpistas deseaban “secuestrar y posiblemente asesinar al vicepresidente”. Pero al final del día, por alguna razón aún no explicada, buscaron retirar esas palabras explosivas, aunque no los cargos.
Uno de los golpistas dejó una nota para el vicepresidente Mike Pence en el podio de la cámara de Senadores -donde había estado poco antes presidiendo el proceso constitucional de certificación de los resultados del voto electoral para presidente, que decía “solo es cuestión de tiempo, la justicia llegará”. Algunos coreaban en el pasillo “cuelguen a Mike Pence”.
Al presentar cargos contra otro participante, un ex marine y miembro de la agrupación derechista Proud Boys, un testigo señaló que éste y su grupo habrían matado a quien se toparan dentro del Capitolio, incluyendo Pence y la presidenta de la cámara baja Nancy Pelosi.
Trump había criticado a Pence por no obedecerlo y frenar el proceso constitucional, y sus seguidores de inmediato lo calificaron de “traidor”.
Pelosi advirtió hoy que “si se detecta que miembros del Congreso fueron cómplices en esta insurrección, si los asistieron en sus delitos, podría tenerse que proceder con acciones penales más allá del Congreso”. La policía del Capitolio informó que abrió una investigación sobre si legisladores ofrecieron acceso indebido a visitantes al Capitolio para preparar el asalto.
Por otra parte, se detectó que una organización política, Club for Growth, financiada por multimillonarios es una de las principales donantes a legisladores republicanos conservadores, entre ellos a por lo menos 42 de los diputados y senadores (entre ellos Ted Cruz y Josh Hawley) que buscaron rechazar los resultados electorales durante el proceso de certificación el pasado miércoles en el Capitolio, reportó The Guardian con base en datos del Center for Responsive Politics.
Unos 140 diputados y ocho senadores fueron quienes buscaron descarrilar la certificación del voto electoral el 6 de enero en apoyo a Trump, y el presidente invitó a manifestantes a llegar ese día a Washington y después a avanzar hacia el Capitolio en apoyo de este esfuerzo, que culminó con el asalto y la muerte de cinco personas.
Entre los participantes en el insólito hecho el miércoles pasado se han identificado agrupaciones ultraderechistas y supremacistas blancos incluyendo los Proud Boys, los Oath Keepers, Boogaloo Bois y varios individuos que han participado en acciones políticas violentas y armadas durante los últimos años. También participó una diversa colección menos organizada que se han sumado a un movimiento aglomerado bajo Trump, entre ellos un ejecutivo de una empresa tecnológica, un ex oficial de la Fuerza Aérea, un legislador estatal (que renunció poco después), el hijo de un juez estatal en Brooklyn, un medallista de oro olímpico (en natación), varios policías municipales y bomberos de algunos pueblos entre otros.
La tensión ahora es si este mosaico se fortalecerá como resultado del 6 de enero, o si se fragmentará dejando solo los extremistas más organizados como los “terroristas domésticos” que ahora representan la mayor amenaza a Estados Unidos.