- Esta herramienta compara la masa del encéfalo de determinada especie con lo que se esperaría encontrar en un animal de las mismas dimensiones.
- El investigador Genaro Coria explicó que, no obstante, no puede ser tomada como una verdad absoluta, ya que presenta algunas imprecisiones .
Por muchos años se creyó que el tamaño del cerebro estaba relacionado con la inteligencia, después esta suposición cambió a la idea de que lo que importa es el porcentaje de masa que ocupa dentro del cuerpo, para finalmente aterrizar en el cociente de encefalización.
Carlos Hugo Hermida Rosales..
Genaro Coria Ávila, del Instituto de Investigaciones Cerebrales de la Universidad Veracruzana (UV), mencionó que el cociente de encefalización es la herramienta que brinda una estimación más aproximada de la inteligencia que posee un animal.
El cociente de encefalización mide la masa del encéfalo de determinada especie con lo que se esperaría encontrar en un animal típico de las mismas dimensiones; si ésta es más grande tendrá una mayor capacidad para realizar actividades cognitivas.
Comentó que, no obstante, no puede ser tomada como una verdad absoluta ya que presenta algunas imprecisiones; como ejemplo, dijo que el chimpancé posee un cociente de encefalización menor al de un mono capuchino, pese a que desarrolla un comportamiento mucho más complejo.
El investigador presentó el 23 de marzo la conferencia “Pienso siento, luego existo: lo que hemos aprendido del cerebro animal”, en el marco de la Semana Mundial del Cerebro organizada por el Instituto de Investigaciones Cerebrales del 7 al 24 de este mes.
Genaro Coria enunció que la dimensión de los cerebros de cada animal obedece a las presiones específicas que la selección natural aplicó a cada especie.
Precisó que el ser humano posee características que los animales no tienen como la percepción del arte, que se ve reflejada desde hace miles de años en diversas manifestaciones, entre las que están la construcción de instrumentos musicales y la creación de pinturas rupestres.
Explicó que los seres humanos y los animales poseen tres capas de organización cerebral: en la primera, yacen instintos como comer o beber; la segunda, representa el sistema límbico que es el que da pauta a las emociones; y en la tercera, existen capacidades de cognición más altas, entre las que están el desarrollo del lenguaje y el uso de herramientas.
“Es en esta última capa donde surge la inteligencia de los humanos”, puntualizó.
El investigador comentó que una de las definiciones más exactas de inteligencia se refiere a ella como la capacidad y el éxito con que un individuo resuelve problemas de supervivencia en su ambiente natural, como alimentarse o comunicarse socialmente.
Relató que por muchos años se creyó que el tamaño del cerebro estaba relacionado con la inteligencia, después esta suposición cambió a la idea de que lo que importaba era el porcentaje de masa que ocupaba dentro del cuerpo, para finalmente aterrizar en el cociente de encefalización.
Compartió que incluso existen teorías que señalan que la inteligencia que presenta el ser humano es debido a la mutación de un gen hace cuatro millones de años, que le permitió recorrer un camino evolutivo distinto al de las demás especies.