- Presentaron sus trabajos de investigación como parte del V Foro Estudiantil de Etnomusicología de la Facultad de Música.
- Hay estilos como la cumbia de Monterrey que atraen a los jóvenes y el son montuno que tiene pocos representantes, señalaron.
David Sandoval Rodríguez..
Alumnos de la Licenciatura en Educación Musical expusieron resultados de sus trabajos dentro del V Foro Estudiantil de Etnomusicología de la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana (UV).
Dos grupos de estudiantes y otro de manera individual participaron en la quinta edición del foro, donde mostraron sus investigaciones relacionadas con la tambora sinaloense, el son montuno en el puerto de Veracruz y la cumbia colombiana en Monterrey.
El evento estuvo moderado por Randall Kohl, académico de la Facultad de Música e integrante del comité organizador del foro, y tuvo la participación de Daniel Baltazar Segura Ortega, Indira Yajaira Amaya Lizárraga, Oliver Ernesto García Sánchez y Brandon Montano Díaz, quienes expusieron el tema “Análisis de la relación entre la música instrumental y la lírica de la canción de la tambora sinaloense”.
Señalaron que se analizaron sus elementos poéticos, estilísticos y musicales, e incorporaron a su trabajo las entrevistas con músicos representantes del género.
Segura Ortega expresó que actualmente se manifiesta una desvalorización de la tambora sinaloense debido a que se asocia con un género conocido como “narco-corrido”, con referencia a los temas relacionados con el narcotráfico.
Por otro lado, destacó que son escasas las investigaciones que analicen la tambora sinaloense más allá del fenómeno sociológico.
Los jóvenes investigaron los elementos representativos del género a partir del análisis de canciones El niño perdido con la Banda El Recodo y El gallo de oro con Luis Pérez Meza y la Banda La Costeña.
“Queremos destacar la riqueza cultural e historiográfica que contiene esta música, que lejos de representar un lugar o un estado, caracteriza los sentimientos, la identidad y el sentido de pertenencia de un pueblo en un acontecimiento romántico o político, ya sea de carácter alegre o fúnebre”, afirmó el universitario.
Los alumnos entrevistaron al músico Leonardo Yáñez, considerado el máximo exponente de la Danza del Venado, quien les dijo: “La música de banda sinaloense está inspirada en el tambor de doble cuero que se utiliza en la Pascola prehispánica, manifestación artística de los pueblos del noroeste: Mayo, Yoreme y Yaqui, predecesora de la banda sinaloense”, explicó Amaya Lizárraga.
“Dentro de la banda predominan dos estilos: uno francés, matizado y ligero, y otro bávaro, más gritado y enfatizado”, añadió.
Entre los ritmos interpretados por la banda sinaloense se cuentan el huapango, la mazurca, el vals y la polka, a los que se han incorporado ritmos como la cumbia, el bolero, el danzón, la balada y el ranchero.
Los músicos de banda aprenden principalmente mediante la tradición oral y existe una herencia familiar entre los integrantes de las agrupaciones, “cuidan, respetan y transmiten la música sinaloense”; por otro lado, existe también la Escuela de la Tambora Sinaloense de Germán Lizárraga, que es reconocida como una institución musical en el país.
A continuación, el equipo integrado por Alan Fernando García Tuxpan, Alejandra Villalvazo de León, Marian Verónica Hernández Pérez, Alejandro Aguilar Contreras, Jorge Adrián Aburto Rubio y Cristina del Carmen Ballina Cortés, mostraron el tema “Los Pregoneros del Recuerdo: la tradición del son montuno en el puerto Veracruz”.
Para su investigación entrevistaron a promotores culturales y personas que son seguidoras del son montuno en general y del grupo en particular, además realizaron como proyecto final un videodocumental.
“Los Pregoneros del Recuerdo tienen más de 65 años de historia en el puerto de Veracruz y se caracterizan por sus composiciones propias sobre la vida cotidiana, además de los arreglos de compositores como Memo Salamanca, Agustín Lara, Lorenzo Barcelata y Emilio Cantarell, entre otros”, detalló Alejandra Villalvazo.
“Reflejan la identidad porteña a través de su música y la cultura del puerto se identifica a sí misma como afrocaribeña, además siguen manteniendo un estilo propio”, añadió.
A partir de las conversaciones con los entrevistados y de su propia investigación, plantearon que el grupo se encuentra “en una especie de limbo al ser el que representa y sigue tocando al son montuno veracruzano, ahora está pasando a convertirse en uno de los últimos representantes de este género en el sentido de las composiciones y arreglos originales”.
La alumna advirtió que esto no significa que no haya otros grupos interpretando música de este género, sin embargo, tales agrupaciones tocan versiones de éxitos y canciones populares.
La sesión finalizó con la ponencia “La cumbia colombiana en México: su llegada a Monterrey y sus marcadas influencias en cuestiones sociales”, a cargo de José Antonio Alonso de la Rosa.
Comentó que el objetivo de su investigación fue analizar cómo llegó y se popularizó este género sudamericano en la capital de Nuevo León, observando específicamente los contextos histórico y social, algunos casos relevantes y el impacto social que ha tenido en la localidad.
Se dice que a finales de los años sesenta llegó la cumbia a Monterrey por medio de los discos y la realización de eventos conocidos como “sonideros”, que llevan en sus colecciones a los artistas más representativos. Otras versiones señalan que fueron migrantes colombianos quienes compartieron sus gustos musicales con la población, y una tercera posibilidad fue la incorporación de esta música con el regreso a su ciudad de los trabajadores que emigraban a Texas, Estados Unidos.
Gabriel Duéñez, uno de los primeros sonideros de Monterrey, conversó con el joven y le dijo que fue por accidente que creó el género conocido como “cumbia rebajada”, al fallar una de las tornamesas y reducir la velocidad de reproducción.
A partir del año 2000 grupos de jóvenes crearon un estilo propio de vestimenta y baile con la cumbia rebajada.
Durante casi cuatro décadas se marginó a colonias en donde se popularizó este género y ganó atención nacional y mundial con las colaboraciones de artistas como Celso Piña, que además “mostró una imagen de Monterrey que no conocíamos”.
Al día de hoy, algunos entrevistados le dijeron al joven que está gestándose un repunte en el interés por la música y hay personas que viajan a la ciudad de Monterrey buscando aprender a interpretar el acordeón, elemento clave del género.