Estambul y Damasco. El frío, el hambre y la desesperación se extendieron sobre cientos de miles de personas que se quedaron sin hogar tras los terremotos que sacudieron Turquía y Siria hace tres días, mientras que el número de muertos superaba los 21, 000 el jueves, según los últimos datos publicados por las autoridades y los rescatistas.
Las muertes causadas por los potentes sismos se han elevado hasta el momento a 17, 674 en Turquía, con 72, 879 heridos, dijo el jueves el vicepresidente turco, Fuat Oktay.
En Siria, 1, 678 personas murieron en las zonas controladas por el Gobierno, mientras el número de muertos en la región controlada por la oposición se situó en 2, 190, según informes de los medios.
El número de víctimas mortales en ambos países ha superado ya a los de 1999, cuando un movimiento de similar intensidad causó más de 17.000 muertos en Turquía.
Un responsable turco dijo que la catástrofe planteaba «dificultades muy serias» para la celebración de unas elecciones previstas para el 14 de mayo, en las que se espera que el presidente Tayyip Erdogan se enfrente al reto más difícil de sus dos décadas en el poder.
Con la ira latente por la lentitud en la entrega de la ayuda y los retrasos en la puesta en marcha de las labores de rescate, la catástrofe está destinada a influir en la votación en caso de que se realice.
Mientras tanto, el primer convoy de las Naciones Unidas con ayuda para los sirios afectados cruzó la frontera desde Turquía.
En la provincia siria de Idlib, Munira Mohammad, una madre de cuatro hijos que huyó de Alepo tras el terremoto, declaró: «Aquí todo son niños, y necesitamos calefacción y suministros, anoche no pudimos dormir porque hacía mucho frío. Se está muy mal».
Cientos de miles de personas de ambos países se han quedado sin hogar en pleno invierno. Muchos han acampado en refugios improvisados en aparcamientos de supermercados, mezquitas, bordes de carreteras o entre las ruinas, a menudo desesperados por conseguir comida, agua y calor.
Alrededor del 40% de los edificios de la ciudad turca de Kahramanmaras, epicentro del temblor, están dañados, según un informe preliminar de la Universidad turca de Bogazici.
Hogueras al borde de la carretera
En una gasolinera cercana a la ciudad de Kemalpasa, la gente rebuscaba en cajas de cartón con ropa donada.
En la ciudad portuaria de Alejandreta, periodistas de Reuters vieron a gente apiñada alrededor de hogueras en los costados de las carreteras y en garajes y almacenes medio derruidos. Las únicas luces eran los focos que enfocaban las grúas que intentaban retirar losas de escombros.
Según las autoridades, en Turquía se derrumbaron unos 6.500 edificios y muchos más sufrieron daños en la zona del terremoto, donde viven unos 13 millones de personas.
La cifra de muertos en Turquía ascendió a 17.406, según el ministro de Sanidad, Fahrettin Koca. En Siria, ya devastada por casi 12 años de guerra civil, han muerto más de 3.000 personas, según el Gobierno y un servicio de rescate en el noroeste controlado por los rebeldes.
En la devastada ciudad siria de Jandaris, Ibrahim Khalil Menkaween caminaba por las calles sembradas de escombros aferrado a una bolsa blanca para portar cadáveres. Dijo que había perdido a siete miembros de su familia, entre ellos su esposa y dos de sus hermanos.
«Estoy sujetando esta bolsa para cuando saquen a mi hermano, al hijo pequeño de mi hermano y a las esposas de ambos, para que podamos meterlos en bolsas», dijo. «La situación es muy mala. Y no hay ayuda»
Según las autoridades turcas, unos 13,5 millones de personas se han visto afectadas en una zona que abarca unos 450 kilómetros desde Adana, en el oeste, hasta Diyarbakir, en el este. En Siria, hubo muertos hasta en Hama, a 250 kilómetros del epicentro.
Los equipos de rescate buscaban supervivientes en un edificio derrumbado en la ciudad de Adiyaman, a oscuras y con temperaturas bajo cero, según mostraron las cadenas turcas.
Los equipos pedían silencio con frecuencia, que se apagaran todos los vehículos y generadores y que los periodistas guardaran silencio mientras intentaban escuchar sonidos de algún superviviente bajo los bloques de hormigón.
Aún quedaban algunos atisbos de esperanza.
Un niño de 2 años fue sacado de entre los escombros por un equipo de rescate rumano y polaco en Hatay 79 horas después del terremoto, según mostró un vídeo difundido el jueves por la Fundación de Ayuda Humanitaria de Turquía (IHH).
Muchos en Turquía se han quejado de la falta de equipos, experiencia y apoyo para rescatar a los atrapados, a veces incluso mientras se oían gritos de auxilio.
Tras las críticas recibidas por la respuesta inicial, Erdogan dijo el miércoles en una visita a la zona de la catástrofe que las operaciones ya funcionaban con normalidad y prometió que nadie se quedaría sin hogar.
No obstante, la catástrofe supondrá un reto adicional en las elecciones para el presidente, quien gobierna desde hace tiempo.
Siria, desbordada
En Siria, los esfuerzos de ayuda se ven complicados por un conflicto que ha dividido el país y destrozado sus infraestructuras.
Un convoy de ayuda de la ONU entró en Siria por el paso fronterizo de Bab Al Hawa, una vía vital para acceder a las zonas controladas por los rebeldes, donde unos 4 millones de personas, muchas de ellas desplazadas por la guerra, ya dependían de la ayuda humanitaria.
El secretario general de la ONU , António Guterres, abogó por un mayor acceso de la ayuda humanitaria al noroeste de Siria y afirmó que estaría «muy contento» si las Naciones Unidas pudieran utilizar más de un paso fronterizo para entregar la ayuda.
El Gobierno sirio considera una violación de su soberanía e integridad territorial la entrega de ayuda desde Turquía al noroeste, controlado por los rebeldes.
La defensa civil siria ha declarado que al menos 2.030 personas han muerto en el noroeste del país, en manos de los rebeldes, y el Gobierno ha informado de 1.347 muertes.
El embajador de Siria ante las Naciones Unidas admitió el miércoles que el Gobierno carecía de capacidad y equipamiento, culpando a más de una década de guerra civil y a las sanciones occidentales.
El presidente sirio, Bashar al-Asad, ha presidido reuniones de emergencia sobre el terremoto, pero no se ha dirigido a la nación en un discurso o rueda de prensa.