«Nace esclavo, hijo de esclavos. Es raquítico y feo. Pasa la infancia charlando con los caballos y las plantas. Los años lo hacen cochero del amo y médico de sus jardines. No ha matado ni una mosca cuando las cosas de la guerra lo ponen en otro sitio. Ahora lo llaman Toussaint Louverture, porque a golpes de espada abre la defensas enemigas. Este general improvisado adoctrina a sus soldaos, esclavos analfabetos, explicándoles el porqué y el cómo de la revolución. En 1803, el ejército francés está en las últimas. Un cuñado de Napoleón, le ofrece conversar. Preso en un castillo, de frío muere». Lo escribe Eduardo Galeano en su libro «Espejos», 2008, de «Siglo XXI Editores». Foto de Wikipedia.