Los tiempos del charolazo, las tomas de tribuna, el empleo de groserías y las llegadas al recinto con copas de alcohol encima quedaron erradicados, en teoría, al aprobarse ayer el Código de Ética para la Cámara de Diputados.
Los legisladores aprobaron reformas a su reglamento interno para incluir la obligación de cumplir con ese código.
Quien lo infrinja podría suspendérsele su dieta y recibir una amonestación. Incluso sería acreedor a la remoción temporal o definitiva de los cargos que desempeñe en comités o comisiones del Congreso.
La reforma fue avalada con 318 votos en favor, 26 en contra y 35 abstenciones.
El dictamen fue elaborado por la Comisión de Régimen, Reglamentos y Prácticas Parlamentarias con base en iniciativas que, por separado, presentaron los diputados Carolina Monroy del Mazo (PRI) y Jorge Triana Tena (PAN).
La también secretaria general del PRI celebró el fin de todas estas prácticas anómalas, y que ya no habrá más legisladores que interrumpan las sesiones sin razón, utilicen “lenguaje vulgar” y se ostenten como altos funcionarios.
Añadió que con la aprobación del código se pretende “crear personajes de vida ejemplar”.
El panista Jorge Triana Tena consideró imperativo que la Cámara de Diputados cuente con un código deontológico de principios y de preceptos a seguir que, paradójicamente, no existe para el Legislativo; en el poder Ejecutivo se tiene desde 2002 y en el Judicial desde 2014.